Volvimos el domingo de Sallent (mi trancazo y yo, digo).
El lunes trabajé por obligación moral. El martes no (por obligaciones corporales diversas). El miércoles tampoco. Y hoy no hubiera ido si no llega a ser porque ayer mis compis desesperados me hicieron una subrepticia llamada vespertina, "¿vas a venir mañana?", como quien no quiere la cosa. Leñe. Quién me metería a mí en la cabeza esto de la responsabilidad. Cosa más inútil en los días de mi vida. En fin.
Aún me cuesta pensar, lo mocos espesan mis ya densos de por sí pensamientos... cada vez que me sueno me planteo dónde diantres meto tanta mucosa. No da tiempo a fabricarlos en el acto. Será que tengo parte del cráneo vacío. Claro, igual por eso me repito. Debe de ser el eco. Eco. Eco. Eco.
No sé si he comentado alguna vez mi aversión por el frío y la lluvia... pues me da igual, lo vuelvo a decir (eco, eco, eco...). Es que lo mío no tiene nombre, me ha vuelto a diluviar encima. Esto de los festivales de verano pasados por agua me empieza a escamar un poco. Dos fines de semana seguidos es mucho tute. Sólo paró para dejarnos ver a Amadou et Marian (sonando Beaux Dimanches) y para recoger la tienda de campaña. Ni tan mal.
Aún así, no sólo no me voy a quejar, sino que me voy a congratular (qué palabra tan sonora) por todo ello. Me he traído un inesperado souvenir del pirineo que me guardo para mi. Un precioso regalo. Ahora soy un poco más feliz que antes y siento que la esperanza se ha vuelto a teñir el pelo de verde pistacho. Le debe dar envidia que yo me lo tiñera de azul.
Y mañana me voy a la tele a probar suerte con otro concurso, que esto de pagar una hipoteca solita no es moco de pavo (¿porqué todo gira en torno a los mocos? snif, snif). Espero llegar a concursar esta vez porque mis dos incursiones anteriores en este mundillo fueron bastante decepcionantes, la verdad. (Hoy pienso mucho entre paréntesis, igual es por los mocos, que me oigo la voz en off y me da por poner las cosas así, como por lo bajini).
Hoy les dedico mi post a mis dos niñas y a mi regalito. A las dos primeras por pijis de ciudad reconvertidas en jipis de montaña. Y a mucha honra. Por perder la esperanza y recuperarla en cero coma. Por turnarse en pillarse el ciego del siglo. Especialmente a Rocío por el puntazo etílico de tumbarse a dormir en el único cacho seco del parking; momento irrepetible cuando Patri y yo la descubrimos ahí. Por ceder cuando les apetecía una mierda y encima eran mayoría. Por ser tan divertidas e inesperadas.
Al segundo por todo lo demás.
Y a los cabrones de los civiles que me dejaron la tienda abierta bajo la lluvia, una pedorreta. Que arreglen el camping y no hará falta hacer acampada libre. Ah, y otra pedorreta a los de Decathlon por venderme un colchón pinchado, que me acabó de alegrar la mañana del sábado.
Os deleito con nuestra desesperación ese sábado por la mañana, dentro de la tienda, incapaces de salir al diluvio universal que amenzaba con llevársenos flotando al pantano. Y nuestra escapadeta al clon francés de Sallent: Artouste-Fabrèges (1.985 m) en un intento desesperado por arreglar el panorama desolador que se nos presentaba.



3 comentarios:
Los de la ciudad queréis que el buen tiempo os acompañe siempre. Que llueva cuando no estáis para que haya agua el resto del año. Pero el monte es así. Ajo y agua (nunca mejor dicho)
Te equivocas, yo no soy de ciudad. Ni de monte. Yo pertenezco a mi misma, Y ya es mucho (más de lo que pueden afirmar otr@s).
Me importa un pimiento que llueva o no. Sólo que estar de acampada libre bajo la lluvia provoca galipandrias. Como la mía (ésta es de mi personal e intransferible propiedad).
Y a mi no me gusta ponerme malita porque eso me frena y a mi no me gusta que me frene nada ni nadie.
Y o del ajo ya me lo habìan comentado, pero luego no hay quien te aguante de cerca. Le he dado al propóleo. Oye, lo recomiendo fervientemente. Apunta.
Besikos anónimo cantón ;P
Los de ciudad, los de pueblo... Los que se llevan la palma son los Valencianos cuando suben al Pirineo, que desastre!!
Ai! Pirineos Sur, se echa de menos.
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