jueves, 10 de julio de 2008

soy la típica señora histérica... noooo!

Me retracto de mis palabras, amo la soledad, adoro la soledad! Especialmente cuando ésta es brutalmente interrumpida a la una de la mañana por ruidos inexplicables bajo mi cama, debidos a que la inútil de mi gata está intentando cazar un ratón. Sí, sí, otro ratón.
Algo me decía que no era normal tanta actividad, he encendido la luz, he esperado mientras lanzaba ataques contra los cojines y finalmente he visto a Ona con una cosita blanquita pequeñita y peluda en la boca. Ha salido al pasillo, lo ha debido dejar correr un poco y de nuevo se ha lanzado al ataque. Juro que esperaba otra reacción por mi parte, pero lo cierto es que me he puesto a gritar como una histérica descontrolada, de pie encima de la cama, aferrada a la sábana como si fuera un escudo. Encima me ha dado por recordar todos aquellos cadáveres de saltamontes y lagartijas que Tula dejaba a los pies de mi cama, tan orgullosa de honrar a su amita... anda que, como a la mema ésta le dé por hacerme alguna ofrenda, a mi me da un patatús.
Y en éstas estaba cuando ha vuelto Ona toda contenta con el ratoncín en la boca y ha hecho ademan de saltar a mi cama, me ha podido el pánico y he salido corriendo de mi propia casa, en estado de semidesnudez, con el móvil y las llaves como único equipaje de emergencia. Atrás he dejado todas las luces encendidas y a mi gata jugueteando con un ratoncito. Tales gritos he debido de pegar que se ha asomado a la escalera mi vecinita, pobre Pilar, que le pego cada susto nocturno. Yo, en ese momento, intentaba pedir consejo a un amigo que para todo tiene soluciones siempre. Anoche no, por lo visto.
He dormido en casa de Pilar, como es lógico. A las siete de la mañana, después de pasar bastante mala noche, me he bajado a mi casa, sin ninguna gana, por otro lado. He entrado pendiente de algún cadáver por el suelo, de algún resto de la lucha... pero no he encontrado nada. He pensado que igual se lo había comido, aunque me extrañaba. Por la tarde, he decidido, haré una búsqueda intensiva.
Me he vestido rápidamente y mientras me agachaba a por los calcetines, he notado algo blando y un poco crujiente entre el suelo y la alfombra sobre la que pisaba mi pie descalzo. Oh, dioses... He elevado un poco una esquina de la alfombra y he visto una colita pequeña intentando esconderse. Mierda, está vivo! Tenía el bulto marcado en la alfombra, una zapatilla en la mano... y no he podido. Venía a mi cabeza, una y otra vez, la imagen de la tripilla suave y blanquita del pequeñuelo en las fauces de Ona la noche anterior. Recordaba la pelusilla dulce de la barriguita de Teski, el pequeño cadáver que mi vecino lanzó por el patio de escalera hace unas semanas... Y una flojera me doblaba las rodillas, las lágrimas acudían a mis ojos irremisiblemente. Soy incapaz de matar. Es un mamífero, es inteligente y tiene un sistema nervioso avanzado; siente dolor y miedo. No puedo.
He vuelto a sacudir la alfombra y una sombrita gris ha huído presa del pánico (acompañado por mis aullidos descontrolados) hacia mi cama. Me he agachado y ahí estaba el pobre, acongojado, mirándome con ojillos... He intentado llamar la atención de la gata sobre la presencia de un ratón vivo en la habitación, pero qué narices, ella lo sabe perfectamente, ha estado jugando con él hasta que se han cansado y se han echado a dormir. Lo cual confirma mi teoría de que el ratón del pasillo no era una presa de caza sino un compañero de juegos trístemente fallecido porque a la torpe de ella se le fue la mano sin querer.
El pobrecín ha salido de bajo la cama, ha corrido temblando, pegado a la pared y ha acabado tras la cesta de la ropa sucia. Y ahí se ha quedado. He cogido lo imprescindible (incluyendo al gato, aunque esta última parte no la tenía clara), he dejado abierta la ventana de par en par (hay que darle una oportunidad), he cerrado la puerta y me he venido a trabajar. Aún no he tomado ninguna clase de decisión al respecto del ratón encerrado en mi dormitorio. Sé que jamás podré matarlo y que mi gata tampoco tiene intención, así que igual me planteo hacerme su amiga.
No me divierte nada esto de no saber cuántos mamíferos viven en casa. ¿Habrán dejado atrás una prolija familia de ratoncillos semi huérfanos? ¿Qué voy a hacer? ¿Porqué soy incapaz de mantener la calma y me comporto como una histérica?
Ya he tomado una decisión. Nos vamos el gato y yo, y que venga el señor de las ratas, me fumigue la casa y fiesta. ¿Yo en contra de los pesticidas y químicos? Nada, oye, para desayunar póngame cuarto y mitad de sulfatos! Fuera jipismos, me voy a andar yo ahora con remilgos...
Nunca debí poner en duda mi deseo de soledad, mira lo que he conseguido.

23:18, jueves
PD. - Ya es de noche.
Mi ex-compi de piso, el vecino, el primo del vecino, la mujer del vecino... el gato del vecino!!!
Todos estos han intentado hoy cazar a Pochi menos Ona y yo, que somos precisamente las que vivimos en esta casa.
MUCHAS GRACIAS A TODOS.
Pochi ha sido rescatado gracias a la paciencia y agilidad del primo de mi vecino, y actualmente reside en la ribera izquierda del río Ebro. Aquí lo tenéis dentro del bote de potitos que le ha servido de transporte hasta su nueva casa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciudadanos del mundo! Desasfaltar vuestros cerebros!

Hazle una foto y ponla en la pantalla del ordenador con un trocito de celo, verás como te familiarizas y te encariñas del roedor. Luego ve a una droguería, me encanta esa palabra, y compra una ratonera, las venden de usar y tirar, como las cámaras fotográficas, como los clínex, como los amigos de una noche.

Menorca me odia, pero acabará por quererme, entonces la odiaré yo, para que ella desespere.

irenedxs dijo...

Pues la foto ya se la he hecho, pero más que ponerla con un celo en la preciosa pantalla de mi iMac nuevo, la cuelgo en el blog, ¿así vale?
Ja ja ja, el tema es que no lo quería matar, por eso ha sido tan difícil.
Y no te preocupes, Menorca acabará cayendo rendida a tus pies... como las cámaras fotográficas, como los clínex, como las amigas de una noche... JA JA JA JA JA!
Aunque no sea a por cepos, pasaré por la droguería, a mí también me gusta ese nombre.

Anónimo dijo...

puaj

Anónimo dijo...

Puaj?

Prrrffff...

Anónimo dijo...

Ay! Señor...