lunes, 28 de julio de 2008

soy un pez de agua salada

Ya no queda nada para las vacaciones (55 horas).
Dentro de nada cerraré los ojos arropada por el tan esperado y necesitado cálido abrazo de mi padre Mediterráneo. Me siento huérfana tan lejos de su lado... por eso os he puesto un poquet de l'Albert Plà de fons. Aquesta cançó m'agrada molt, ja ho sento per aquells que no l'entenguin, però es poden trobar les lletres en català y en castellano para disfrutar de esta historia.
Estoy algo nerviosa porque, como soy de la cofradía de la última hora, tengo todo un poco cogido con pinzas. Pero que no me preocupa. Primero porque tengo fe. Como dice mi madre, estoy convencida de que el tiempo corre de mi parte. Y segundo porque en realidad lo tengo todo más organizado y controlado de lo que me pienso, pero es que tengo esta jodía manía de agobiarme "por si acaso, vaya a ser que me confíe". Pero bueno, que también soy especialista en super cagaditas de última hora, no te creas tú que me agobio por agobiarme, algo de razón ya tengo. Que me conozco.
He perdido, como mínimo, uno de cada medio de transporte: avión, autobús (uy, esta es mi especialidad, soy una auténtica profesional), tren (ya amateur en el de los sábado a las 10 de la mañana a Jaca), barco... no me privo de nada. Por eso, porque sé que es más fácil de lo que parece, porque cuando piensas "¿te imaginas que lo pierdo?", es porque puede suceder. Intento no facilitarle las cosas a Murphy, que conmigo se lo pasa teta, oyes.
De todos modos, yo es que siempre cuento con mi providencial suerte fortuita y mi inconmensurable morramen. El otro día se lo dije a una tipa que me pilló haciendo algo que no debía, le dije "yo es que tengo mucho morro", y joder, estaba entonando un mea culpa... pero la muy petarda se pensó que le estaba vacilando... nada más lejos de mi intención. Creo.
Pero vamos, que una tiene salidas para todo. Es complicadísimo dejarme sin palabras. Si no las hay, me las invento. Es lo que tiene esto de haberse empezado a buscar la vida prontito. Yo empecé con 6 meses y medio, cuando salí de la tripa de mi madre como el tapón de una botella de cava (que viva el producto nacional) agitada. Pop, fiuuuuu!
Ya se notaba que no nos llevábamos muy bien, chico, estas cosas se ven venir. Otra de estas grandes descripciones de mi madre, cargada de mala hostia pero con su puntito de verdad: "hija mía, es que eres una buscavidas". Pues algo de razón, ya tiene, ya...
Y en este proceso de andar buscándome la vida, andando voy. Con esto del verano, va bien, parece que las cosas las veo más mejor. Pero tengo unas ganas de poner mar de por medio. Sí, mar. Es que lo echo de menos cosa mala. Que me pego el día paseando por la ribera y buscándole el horizonte al Ebro, que da penita el pobre esforzándose por satisfacerme. Fíjate la que ha liado con la Expo con tal de tenerme contenta y que viera yo una buena masa de agua...
Así que el otro día me pidió una amiga que le ayudara a inventar cuentos para los niños de la Expo y yo me tiré al mar y conté la historia de un pulpo requetesalao. Que ya sé que el post de hoy está un poco mezcladete, que ya me dirás tú qué tienen que ver peces con botellas de cava, pero bueno, que yo soy así, mi cabeza revolotea-tea-tea. Y las teas son esos palitos sacados del corazón de las ramas, que arden rapidísimo y son muy buenas para empezar la hoguera.

Fernando, el pulpo salado
Cuando se despertó, el pulpo Fernando tenía un bulto en la cabeza. Menudo coscorrón se debía de haber dado para tamaño bollo, pensó dolorido. Miró a su alrededor y nada de lo que veía le pareció familiar. Fernando empezó a asustarse un poquito.
Nadó un poco a la derecha, otro poco a la izquierda; nadó hacia arriba y hacia abajo… pero seguía sin reconocer las piedras grises del fondo ni el pan de rana de la superficie. De hecho, tenía una sensación muy rara, y no sabía qué era; pero algo no iba bien. Tenía una sed espantosa y le escocían los ojos. Fernando empezó a asustarse un poco más.
Por mucho que miró a todos lados, no se encontraba. “Ay madre, que me he dado un golpe en la cabezota y me he perdido”. Entonces, empezó a intentar recordar cómo y con qué se había dado ese golpe que tanto le dolía. Pero sólo podía recordar la llegada de un pulpo enorme de color rosa, sin ojos ni boca, que lo había agarrado por una de sus patas y… luego como si volara. Y nada más. No conseguía recordar absolutamente nada más. Y seguía sin saber dónde estaba. Y cada vez tenía más sed. En ese momento, Fernando empezó a asustarse de verdad.
Se tapó los ojillos y sin quererlo, comenzó a llorar. Al principio lloraba flojito, como si no quisiera que lo viera nadie así. Al rato, lloraba muy fuerte, porque quería que alguien lo viera así, lo tomara de la mano y lo llevara con su mamá, que a estas horas ya debía estar esperándole para comer. Pero no apareció nadie. Estaba completamente solo en un lugar que no conocía. Y Fernando se asustó mucho.
Dejó de llorar porque le escocían mucho los ojos y sus lágrimas no se mezclaban con el agua que le rodeaba. Había hecho una nube de lágrimas sin disolver que no le dejaban ver nada. Eso era realmente raro. Y cuánta sed tenía. El pulpo Fernando tragó un poquillo de agua y la escupió enseguida: “¡puaj, qué asco, está salada!”, pensó. Ahora sí que Fernando estaba asustado, todo lo asustado que puede estar un pulpillo; le temblaban hasta los tentáculos.
“Eh, tú, bicho raro”, oyó a su espalda. Se giró, pero no vio a nadie. “¿De dónde ha salido un pulpo tan feo?”, oyo a su lado. Miró, pero no vio a nadie. “Eres pequeño y gordo y tienes un color muy raro”, dijeron otra vez por detrás. Esta vez se giró muy rápido y logró ver la cola de un pececillo naranja esconderse tras un alga.

Si quieres leer más, descárgatelo aquí -> Fernando, el pulpo salado

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No me puedo descargar el cuento de Fernando, el pulpo llorica.

Cuéntame que le pasa! De todas formas, un pulpo en el mar al que le sabe el agua salada? Nos estamos volviendo locos?

Anónimo dijo...

No sería un pulpo al ajillo? Que rica la ensalada de pulpo eh?

O el pulpo es una metáfora y, tras una mano debajo de una falda equivocada, lo han tirado al mar?

Fernando eh?

irenedxs dijo...

Jolín, es que eres un cagaprisas... me has pillado a medio vestir!
Vuelve a intentarlo ahora.
¿Y no te has dado cuenta de que no sonaba la canción que decía?

Anónimo dijo...

Los pulpos son super majos. Tan simpaticos encima de unas patatetas.... jijijijijijijiji
El comentario al cuento me lo guardo para mas adelante con mas calma, que esto ya es profesional XD