lunes, 26 de noviembre de 2007

Humana aria y occidental

Me quedan 9 días para salir del viejo continente. Para ir entrando en calor, me ha dado por oír música uruguaya y he descubierto un grupo de rock que se llama Cuarteto de Nos. Tienen una canción cuya letra traslado aquí porque quiero hablar de ella:

Ya no sé qué hacer conmigo
Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano "Para Elisa".
Ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia, ya hice drama.
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.
Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático,
ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico.
Ya leí a Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gasoil.
Ya leí a Bretón y a Molière, ya dormí en colchón y en somier.
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor.
Lo que me daba placer ahora me da dolor; ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin razón:
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más".
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé qué hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua.
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa.
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo-lacteo-vegetariano.
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estudié hasta las manos.
Hice el curso de mitología pero de mi los dioses se reían.
Orfebrería lo salvé raspando y ritmología aquí la estoy aplicando.
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué,
ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fuí, ya volví, ya fingí, ya mentí.
Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades,
hice fácil las adversidades, y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice con razón:
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más".
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no se que hacer conmigo.

Ya me hice un lifting, me puse un piercing, fui a ver al Dream Team y no hubo feeling.
Me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga.
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo.
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al espliego.
Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo,
ya fui alcóholico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta.
Ya lancé piedras y escupitajos, al lugar donde ahora trabajo,
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin razón:
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más".
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé qué hacer conmigo.
Y oigo una voz que dice con razón:
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más".
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé qué hacer conmigo.

Para oirla: videoclip en youtube

Me siento tan identificada... ¿porqué será?
Ciertamente he intentado mil maneras de sentirme bien, de sentirme aceptada, especialmente.
Tengo una amiga que ha comenzado una terapia de "evolución personal". Me cuenta las cosas de que hablan, comparte conmigo las curiosas teorías de raíz mística que utilizan para buscar los "porqués" y las posibles soluciones. Cuando me lo cuenta, lo hace con reserva; está esperando el momento en que mi fría y calculadora cabezota, ajena a cualquier razonamiento que no pase por filtros racionales y analíticos puros, ataque sus recién creadas bases emocionales. Siempre me he reído de la mística. Es un sistema vital que me lleva con facilidad al desprecio; pronto me veo por encima de estas cosas. "Yo tengo en mi poder una forma de verdad mucho más sólida". Por suerte combino este absurdo orgullito de ignorante supina con una irrefrenable curiosidad, sino estaría perdida. A veces se me olvida que de todo se aprende.
No creo que uno pueda elegir a sus padres para afrontar tareas pendientes de vidas anteriores. Lo siento pero me cuesta. Cierto es que mi racionalismo radical me impide negarlo completamente porque el agnosticismo es una manera de vivir para mí. Pero vamos, una cosa es una cosa y otra, pues es otra cosa diferente. Sin embargo, todas las filosofías aportan perspectivas útiles. La más interesante y convincente de ésta que me enseña mi amiga dice que nos enseñan desde pequeños a hacernos daño y a juzgarnos negativamente como única manera de evitar la autocomplacencia y el estancamiento intelectual. Frases como: "sólo piensas en disfrutar" o "qué fácil te excusas", típicos reproches de padres preocupados por la falta de "responsabilidad" de hijos a los que no ven esforzarse todo lo que podrían. Nos inculcan el sentimiento de culpa para conformar un punto débil que nos haga inseguros y manipulables. Ovejas perfectas para el rebaño del señor. La religión cristiana es, sin duda, la más evolucionada en cuanto al chantaje emocional se refiere porque no sólo pasa mucho más desapercibida que otras menos sutiles en sus jerarquías, sino que ha logrado dejar un poso inevitable en la población del mundo occidental. No importa que tus padres odien la religión, te enseñarán a sentirte culpable y a sentir desahogo en el martirio y el autocastigo. Los comportamientos que nos inculcan generan un subconsciente peligroso y malintencionado que puede convertirnos en el peor de nuestros enemigos; mucho más desconocido y lejano de lo que debiera.
Cuántas veces, tantos de nosotros, hemos intentado mil caminos para sentirnos a gusto con nosotros mismos... encontrando como única respuesta interior el juicio negativo, la crítica destructiva. Sin embargo, resulta infinitamente más seguro vernos con una actitud excesivamente reprochante que vernos sumidos en la autocomplacencia. Porque corres el riesgo de no seguir evolucionando, o así... cuando los estímulos positivos son el único sistema higiénico de alimentar la evolución personal de una persona. Estímulos que han de venir de uno mismo, no como resultado de la comparación; otra de las apestosas armas del mundo occidental.
Pero no podemos evitar desear formar parte de un grupo, sentirnos socialmente aceptados. Intentamos unirnos a corrientes de pensamiento que nos muestren nuevas maneras de entender el mundo. Teorías.
Yo preferiría tener las mías. Pruebo, curioseo, entro aquí y allá... buscando quién soy de entre todas esas Irenes que encuentro paseando a mi lado. Entre todas formamos un extraño grupo heterogéneo de extremos fosforescentes y grises desvanecidos. Ninguna me convence del todo. Todas son yo y ninguna me define. No sé si soy todas a un tiempo o ninguna. O ambas opciones. Sólo tengo claro que no me gustan. Imagino que porque conmigo se lo curraron mucho en eso de enseñarme a despreciarme. Se me da muy bien.
¿Te parece gracioso? No sonrías, no bajes la guardia: soy humana aria y occidental, una auténtica profesional del desprecio...