lunes, 27 de octubre de 2008

cordero con piel de lobo

Iba caminando por un bosque de frondosa vegetación acompañada de mi amigo el ciervo, cuando nos cruzamos con un salvaje lobo blanco. Instintivamente di un paso atrás, pero su figura me despertaba sentimientos encontrados. Por un lado, un lobo salvaje no es precisamente el típico animal del que confiar. Pero por otro lado, la mirada azul y limpia de sus ojos clavándose en los míos contrariaba mi razón. Algo me impulsaba a acercarme a quien, en la lógica, era un enemigo natural. Pero yo tampoco sigo los designios, las rutinas, lo sobrentendido de mi especie. Tópicos. Nunca los he compartido, me entretengo en pisarlos para demostrar su absoluta inutilidad. Eso fue lo que me atrajo de ese lobo blanco, la sensación de que existía en él un mundo interior que yo comprendía. Lo aprendido y lo aprehendido, que no son lo mismo. La lucha contra un mundo exterior inhóspito, la batalla contra un demonio interior, la guerra continua que te aparta del mundo y hasta de ti mismo. Ese nexo común que sin saber porqué, sabía que existía. Mi amigo el ciervo me observó. "Es amigo mío", me dijo. Y seguimos nuestro camino.
Otro dia, observé al lobo blanco por entre la maleza, desde donde no podía verme. Caminaba por una senda, olisqueando flores y admirando la belleza de la naturaleza. Una ardilla cayó del árbol donde se ocultaba a los pies del sorprendido lobo. Él la miró, la olisqueó. El pobre roedor se protegía hecho una bola, temblando. El lobo giro su cabeza, elevó una ceja y continuó su camino. No me sorprendió, yo siempre supe que su actitud de lobo salvaje era poco más que una pose de defensa, y que bajo su fiereza se escondía un alma sensible. A veces coincidíamos con otros animales a beber en las charcas y yo le miraba de reojo, a sabiendas de que él no se había percatado de mi presencia en el bosque, pues yo me mantenía bajo las faldas del ciervo, sin mezclarme mucho con la manada. Pensaba cómo haría para acercarme a entablar amistad con él. Cómo iba un lobo blanco a querer ser amigo de un insignificante y estúpido saltamontes. Yo le veía hablar con el ciervo, con la gineta, con la serpiente, con los zorros... pero cada día me sentía más cercana a él.
Un día el ciervo se cansó de mis inseguridades y me obligó a tratar con los otros animales. El lobo, que siempre había llamado tanto mi atención, pasó a un segundo plano. Eran tantos los animales que ahora paseaban conmigo por el bosque, que no tenía tiempo de plantearme el acoso y derribo de los sistemas de defensa del lobo blanco para llegar hasta él. Ese acercamiento sucedió de una manera natural.
El lobo blanco y yo nos tomamos mucho aprecio, los dos intuíamos ese punto en común, ese mundo interior oculto, esa fachada protectora. Pude poco a poco acercarme a todos los animales, uno a uno. Descubrir la increíble belleza interior del zorro, la tierna inseguridad de la serpiente... y el lobo fue dejando caer sus barreras, aunque siempre con un ojo puesto en su espalda, pues como buen lobo, jamás baja la guardia, siempre atento a lanzar su ataque antes de ser atacado. Yo también, presta a saltar a otra rama antes de que cruja la actual.
Mis patas saltarinas me llevaron de bosque en bosque, pero en las noches de luna llena, subía hasta el más alto árbol y lanzaba al aire mensajes para mis queridos amigos de aquel bosque montañoso tan añorado. Ahí fue cuando, ocultos en la oscuridad de la noche, me llegaron los más profundos y sinceros mensajes de mi amigo el lobo blanco. Sin necesidad de aclarar términos ni definir escenarios concretos, siempre supimos que nos entendíamos el uno al otro. Que nos queríamos incluso antes de poder considerarnos amigos.
Hoy día considero al lobo blanco uno de mis mejores y más valiosos amigos, no necesitamos beber de la misma charca ni cazar juntos para sentirnos unidos. Siendo él un lobo y yo un saltamontes, sabemos que nos entendemos porque en muchas cosas nos parecemos. Sólo que él aúlla en las noches de luna llena y yo rasco mis patas contra mi abdómen en época de celo.
El tiempo pasa para ambos, pero lejos de separarnos, va creando un universo común en el que nos comunicamos aún sin decirnos nada. Disfruto de verle pasear por el bosque y de compartir algún paseo con él. De nuestros mensajes a la luz de la luna. De las imágenes que desprenden sus sueños convertidos en aullar nocturno. De ir aprendiendo cómo es y cómo soy yo.
Cualquiera hubiera dicho que un saltamontes y un lobo blanco no pueden ser amigos. Pero ese mismo cualquiera no puede ver el mundo interior y la sensibilidad extrema que oculta el lobo tras sus fauces, ni puede intuir la inteligencia del saltamontes asustadizo que va de rama en rama, atronando la tarde con su incansable rascar de patas.
Hablar idiomas distintos, no implica ser diferentes. Igual que parecer una cosa, no implica serla. Sólo hay que tener una mente abierta para entender el lenguaje del otro y paciencia para observar y aprender de los animales que nos rodean.

Nightswimming, remembering that night, September's coming soon. I'm pining for the moon. And what if there were two, side by side in orbit, around the fairest sun?
That bright, tight forever drum could not describe nightswimming.
You, I thought I knew you. You, I cannot judge. You, I thought you knew me, this one's laughing quietly, underneath my breath. Nightswimming... deserves a quiet night...

martes, 14 de octubre de 2008

con la carne de punta (y los pelos de gallina)


Pensé que el concierto de Héroes del Silencio sería una especie de hito, pero aún no sabía cuánto me gustaba Extremoduro. Cuánto hemos compartido.
Dos horas y media de emoción a flor de piel, de recuerdos encendidos y abrazos, mordiscos, empujones, alaridos y demás desvaríos. Me faltó Kela. Aún diría que me faltó Nacho, pero Nacho ya no existe y quizás debería empezar a pensarlo.
No era consciente de hasta qué punto han estado siempre allí, desde el principio y sin descanso. En lo bueno y en lo malo. Como un madrimoñio.
Cada nota, cada verso traía enredado un recuerdo que, travieso, se me agarraba de los pelos y me escalaba por las piernas clavándose entre mis cejas...
Y de repente acudieron todos a mi pecho en cascada, arrollando mi sentido del rídiculo e inundando mis ojos de lágrimas de alegría y orgullo. Alegría porque los recuerdos, cuanto más intensos son, más bellos; aunque sean tristes, porque están vivos. Orgullo porque eran tantos que mi cerebro hiperactivo no podía procesarlos, sólo dejarlos desfilar en desorden, haciendo remolinos por los rincones, observando su alocada danza llena de colores, olores, sabores y sinsabores. Orgullo porque llegué a pensar que si alguien me contara mi vida, la envidiaría. Y es mía.

Envidio eso sí, los versos lúcidos del Robe.

No me levanto ni me acuesto día, que malvado cien veces no haya sido (incluso los que nos son suyos toman nueva luz en su boca)

De pensar en ti, me desangro y riego tu jardín.

Voy a empaparme en gasolina una vez más, voy a rasparme a ver si prendo y recorrer de punta a punta la ciudad, quemando nuestros malos sueños.

Soy trozos de lluvia y de sol, siento que se me acaba el calor.
Busco entre tus piernas la fe y hundo mi sol mojado en tu piel.

Sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva y aleja las pesadillas dejando en un agujero unas flores amarillas pa acordarse de su pelo.

Me gustaría mucho más que te lavaras la cara sólo las mañanas que te diera la gana.

Las calles desbordadas de soledad, musitan su canción de asfalto y humedad.
La lluvia de gentes cesó a las doce y los escaparates, a oscuras, consumen la noche.

Y por si todo esto hubiera sido poco, después de seis años de sequía (yo creo que han estado reconstruyendo al Robe porque está que se sale), reinventan el rock y nos regalan La Ley Innata (descargar aquí). No puedo parar de escucharlo. Sus melodías arrastran mis emociones con una sencillez intangible, sus versos disparan puntas de flecha que, certeras, atraviesan mi corazón y mis pulmones y me inundan el estómago de sangre hirviendo. Me gustan tanto que duele.

Suena "Segundo movimiento - Lo de Fuera". Momentazo en el concierto, debe ser emocionante saber que tu disco lleva un mes en la calle y tantas personas lo saben ya de memoria.

Se me cae la casa desde que se marchó.
Ahora ya sólo espero el derribo y es que perdí la pista del eje del salón.
Estoy continuamente torcido y ahora sólo pienso en ella.

Buscando mi destino, viviendo en diferido, sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido quisiera hablar contigo y así sintonizar.

Sueño que empieza otra canción.
Vivo en el eco de su voz, entretenido, sigo la estela de su olor que me susurra: vámonos. Vente conmigo!


Post data: Se llama Teski. Es el tercer ratón en unos meses. Él ha conseguido que deje de ser una señora histérica y me ponga de la suficiente mala hostia como para exigir a la inútil de mi gata que lo arrinconara hasta que yo, con guantes por dios, lo he aferrado de la cola y lo he metido en un bote de salsa de tomate. Vacío. Obvio. Luego cuelgo la foto. Ahora lo tengo sobre mi mesa del curro, dentro del bote, acompañado de un trocín de queso, y tapado por una bolsa para no desconcentrar a mis compis. A ver quién tiene ahora güebos en mi comunidad de negarse a la fumigación. Yo le suelto a Teski y a ver qué pasa... Llevo un cabreooo!

miércoles, 8 de octubre de 2008

ciber-vidas

Tengo un blog (éste), un fotolog, un maiespéis, un féisbuk, un güindous-laif-güereber, una página en yutiub, una página güeb propiamente dicha, soy sucia de varios foros de muy variadas temáticas, tengo 3 direcciones de correo que uso con una relativa asiduidad –además del mésenyer, el eskáip y el chat de yajú– tengo puesto el anuncio de mi habitación en sendas páginas web... y el nombre con el que más me identifico nació como un nick en el IRC.
[Suena Circuit Breaker, de Royksopp, que no me pueden gustar más]
A veces me pregunto cuál de todas mis vidas es la más real, porque llega un momento en que todo este maremagnum toma vida propia y abduce la más tangible por momentos. Paso ratos interminables de mi vida física dedicada a la virtual. Y mi caso no es preocupante. Bueno, eso lo digo yo, lo mismo me pilla un psicoloco y dice lo contrario pero como no les tengo ninguna clase de fe me va a dar igual. Sobre nosotras, ya hablo yo que sé un poco de qué va el sarao.
A lo que iba, que mi caso no me parece preocupante (ya me he rajao). Más que por todo el tiempo que se puede llegar a pasar viviendo en red, por lo que me parece grave es por la intensidad y credulidad con que la gente vive en red. Hay peña que fundamenta su vida emocional en relaciones web-based. Eso no debe ser ni bueno.
Y no estoy entrando a juzgar el tema de la peña que tiene sociopatías y busca amigos/as - novio/a por internet. Yo no juzgo a nadie, no me queda tiempo porque tengo a todo el cuerpo jurídico de mi persona trabajando en mi propio proceso penal. Sólo me intereso por un fenómeno que contiene las claves de la sociedad a la que pertenezco y de la que vendrá.
Culpable sin duda alguna del infantilismo, de la incapacidad para asumir responsabilidades, del egoísmo, de la falta de conciencia de la realidad y de la escasa o nula dedicación al autoconocimiento y la autocrítica de la gran parte de la sociedad primermundista moderna. Y sobre todo y ante todo, la jodida necesidad incontenible de satisfacción inmediata que marca este mundo de impacientes tan poco dados a cualquier sacrificio. Pero yo no juzgo...
Tengo ganas de investigar a esta peña, sus porqués, sus paraqués y sobre todo, su percepción personal de la creciente tendencia de vivir ciber-vidas durante el tiempo físico. Me juego lo que quieras a que les parece lo más normal del mundo.
Lo masticaré bien y luego regurgitaré aquí mis conclusiones.
Aquí, aquí... ¿y esto qué es exactamente?
Quizás debería empezar esta investigación conmigo...