jueves, 11 de junio de 2009

la relatividad del tiempo

Ya han pasado 3 años desde aquel tonto accidente que marcó el cambio en mi vida.
Lo celebré en Salou (si, ya lo sé, es cutre, pero es tan real que aún me gusta más, está al nivel del suelo, como quiero estar yo ahora). Una mariscada y una nueva esperanza. Y nuevos miedos y dudas, y mil movidas... pero eso es la vida y es lo que quiero hacer con ella. Vivirla.

El sábado hizo 3 años. Parece que fue ayer. Recuerdo perfectamente la sensación con la que volvía del hospital en aquel taxi, camino de casa de mis padres, a explicarles que tenían que acompañarme a casa a por mi gata para instalarnos ambas en la suya... el tomar conciencia de que no podía ni asearme sola con aquel maldito aparato que satán confunda que me ataba los brazos a la espalda. Como si de una broma se tratara, me impedía alcanzar aquello que tenía delante. Quizás sea una buena imagen. Así me encontraba en ese momento. Impedida. Pero lo estaba de antes de partirme la clavícula, aunque yo no lo sabía.
Suena I'm just a lady... Kutiman, Thru-You

No fue una hostia contra el asfalto, fue una hostia contra mí misma. Me robé al fantasma de lo que parecía mi "nueva vida". Pero no lo era. Seguía sin ser libre. Era todavía la esclava de mi persona. Y fue el ver que no estaba manumitida sino de vacaciones fingidas, lo que me abrió los ojos a la realidad. Seguía siendo la niña asustada y advenediza que dibujaba monstruos en la ventana para auyentar a las bestias. Yo y mis aliadas: la culpa, la cobardía, la desconfianza, la pena y la apatía. Malditas.
Volví al lugar de mis más oscuros recuerdos. Volvían los fantasmas del pasado a engrosar la lista de voces podridas que maltrataban a mi persona cada vez que intentaba cerrar los ojos entre las cuatro paredes que habían albergado mis peores pesadillas. El Hombre del Saco se apareció en mi vida. Sí, había un monstruo en mi armario, y bajo mi cama, y otro que me seguía por el pasillo cuando iba a oscuras al baño. Era todo cierto, pero ya había pasado, formaba parte de una vida que terminó en el mismo instante en que asumí y perdoné mi infancia y pude pasar página, pero esta vez sin dejar un dedo de marca que se corta con el filo del papel en cada latido de mi corazón. Pasé página y cerré el libro. Tomé uno nuevo de la estantería del presente y comencé a escribir este blog. Cosas del siglo XXI, ahora ya no se llevan las estilográficas.
Cuando me "desataron" los brazos, me lancé con ánimos renovados a la construcción de mi nuevo mundo, mi nueva vida y una nueva Irene para mí y para ella. Tocar fondo y empujarse hacia arriba; es todo una. Pero esta vez lo hice con tino. Primero me aseguré de que la luz hacia la que iba no era un foco en el fondo sino la mismísima salida.
Me elevé sobre mis brazos libres y abrí los ojos entre chorretones; salí de la piscinia, me sacudí lo que me quedaba y seguí caminando hacia delante. No miré atrás. Por fin sabía lo que había.

Han pasado 3 años desde que busqué el camino hacia el centro de mi mundo, para hacerlo volar en mil pedazos y olvidar todo lo que fui para buscarme de nuevo.
Como cuando la Nada devora hasta el último trozo de la tierra de Fantasía y sólo quedan la Emperatriz Infantil y Bastian, flotando en algo menos que nada. Y Bastian sólo tiene que cerrar sus ojos e imaginar lo que desea para convertirlo en realidad tangible.
Así me he reinventado y me he reencontrado a mí misma. He cerrado los ojos y dejado que saliera todo aquello que, una vez destruídos los filtros que apocopaban mis más profundos anhelos, brotaba de mi interior e inundaba mi existencia.
Sigo sorprendida de ver que, a pesar de todo, queda tanta vida, tanta ilusión, tanto optimismo y tanto amor en mí. Sigo decidida a poder reurnirnos a todas a charlar en la misma mesa, a mi, a Irene, a mi persona, a mi Yo; y todas las que vengan, bienvenidas, porque he aprendido a escuchar sin miedo y sin juicios... porque estoy aprendiendo a quererme y a ser querida.
Aunque esto no significa que lo haya logrado, sólo que estamos en ello. Y muy animadas.