viernes, 4 de abril de 2008

va por ustedes

Hace más de dos años andaba muy perdida entre emociones, sentimientos y pensamientos varios... no es que esté mucho más ubicada pero, en fin, poco a poco. Es obvio que sigo un poco perdida, pero hay algo que sí he aprendido: a relativizar y a valorar las cosas en su justa medida.
Ayer lo hablaba con una amiga, me oía a mí misma decirlo y me sorprendía no haberme dado cuenta de lo feliz que me está haciendo haber entrado en este proceso. Resulta fácil de decir e incluso de pensar, pero no es tan sencillo. Como todo, con el tiempo y la experiencia va saliendo mejor. Antes pensaba: "¿me estaré volviendo fría?". No, Irene, estás dejando de comportarte como una adolescente. Pensaba que antes lo sentía todo con más intensidad, tanto lo bueno como lo malo, y que era una pena perder la intensidad extrema de lo bueno en pos de sufrir menos. Valiente chorrada. Tiendo a recordar las cosas buenas pasadas como si hubieran sido la leche y minimizar lo que fue malo.
Aún así, relativizar se me da mejor que valorar. Me recuerdo tantas veces en mi vida diciéndome a mí misma: "con el tiempo, esto no será nada". Esa ha sido una de mis máximas, desde que volvía a casa con las notas en el bus del cole, medio llorando, medio riendo, cantándome al oído "ay ay ay ay, canta y no llores...". Ja ja ja, siempre me he consolado muy bien. Con el tiempo cambié el "Canta y no llores" por una de las más preciosas canciones que se hayan jamás escrito: "Was it all worth it" de Queen. Cada vez que le oígo decir "yeah, it was a worthwhile experience" se me ponen los pelos de punta. Siempre, siempre, mereció la pena. Cuando Freddy escribió esta canción sabía que iba a morir pronto y seguía pensando que había merecido la pena vivir con tantas ganas y disfrutar tanto de todo. No esperar nada a cambio sino apreciar la vida y lo que a uno le ofrece en su justa medida, es decir, sin mesura.
Bueno, a lo que iba, que todos estos procesos evolutivos de relativización y valoración me han enseñado a querer más y mejor a mis amigos. A no esperar nada de ellos sino a agradecer cada gesto, cada apoyo, cada uno de los pequeños detalles que me dedican y que hacen que mi vida sea más bonita. A comprender sus momentos como ellos comprenden los míos. A llevar la comprensión y la empatía a la categoría de arte. Tener un amigo es algo tan imprescindible como saber cuidarlo.
Soy tan absolutamente afortunada que a veces me da miedo no merecerlo. Cuánta gente me quiere y dedica ratos de su vida a pensar en mi, a ayudarme, a sentir cariño hacia mí. Es impensable. Nunca, jamás creí que a mis treinta años sería tan importante para tantas personas. Escucho a Freddy decir que todo mereció la pena, me veo con la carita apoyada en el cristal del autocar y lo tengo claro... todo esto mereció la pena gracias a vosotr@s! Cada uno en su momento, habéis hecho que esto merezca la pena. Coño, que sea hasta divertido.
Gracias por elegirme. Gracias por aguantarme. Gracias por perdonarme. Gracias por comprenderme. Gracias por escucharme. Gracias por reirme las gracias. Gracias por escuchar mi penas. Gracias por aconsejarme. Gracias por decirme las verdades que me negaba. Gracias por acompañarme donde no queríais ir. Gracias por divertiros conmigo. Gracias por entender lo incomprensible. Gracias por no entenderlo. Gracias por confiar en mí. Gracias por cuidarme. Gracias por no fallarme. Gracias por hacerlo. Gracias por contarme vuestros secretos. Gracias por guardar los míos. Gracias por permitir que siga siendo como soy. Gracias por ayudarme a evolucionar. Gracias por pensar en mi. Gracias por ponerme a caldo a mis espaldas. Gracias por hacerlo a mi cara. Gracias por quererme a lo largo del tiempo. Gracias por hacerme sentir un poco más segura. Gracias por todo.
Os quiero con cada poro de mi piel.
Y voy a cuidaros porque valéis mucho para mí.