lunes, 28 de julio de 2008

soy un pez de agua salada

Ya no queda nada para las vacaciones (55 horas).
Dentro de nada cerraré los ojos arropada por el tan esperado y necesitado cálido abrazo de mi padre Mediterráneo. Me siento huérfana tan lejos de su lado... por eso os he puesto un poquet de l'Albert Plà de fons. Aquesta cançó m'agrada molt, ja ho sento per aquells que no l'entenguin, però es poden trobar les lletres en català y en castellano para disfrutar de esta historia.
Estoy algo nerviosa porque, como soy de la cofradía de la última hora, tengo todo un poco cogido con pinzas. Pero que no me preocupa. Primero porque tengo fe. Como dice mi madre, estoy convencida de que el tiempo corre de mi parte. Y segundo porque en realidad lo tengo todo más organizado y controlado de lo que me pienso, pero es que tengo esta jodía manía de agobiarme "por si acaso, vaya a ser que me confíe". Pero bueno, que también soy especialista en super cagaditas de última hora, no te creas tú que me agobio por agobiarme, algo de razón ya tengo. Que me conozco.
He perdido, como mínimo, uno de cada medio de transporte: avión, autobús (uy, esta es mi especialidad, soy una auténtica profesional), tren (ya amateur en el de los sábado a las 10 de la mañana a Jaca), barco... no me privo de nada. Por eso, porque sé que es más fácil de lo que parece, porque cuando piensas "¿te imaginas que lo pierdo?", es porque puede suceder. Intento no facilitarle las cosas a Murphy, que conmigo se lo pasa teta, oyes.
De todos modos, yo es que siempre cuento con mi providencial suerte fortuita y mi inconmensurable morramen. El otro día se lo dije a una tipa que me pilló haciendo algo que no debía, le dije "yo es que tengo mucho morro", y joder, estaba entonando un mea culpa... pero la muy petarda se pensó que le estaba vacilando... nada más lejos de mi intención. Creo.
Pero vamos, que una tiene salidas para todo. Es complicadísimo dejarme sin palabras. Si no las hay, me las invento. Es lo que tiene esto de haberse empezado a buscar la vida prontito. Yo empecé con 6 meses y medio, cuando salí de la tripa de mi madre como el tapón de una botella de cava (que viva el producto nacional) agitada. Pop, fiuuuuu!
Ya se notaba que no nos llevábamos muy bien, chico, estas cosas se ven venir. Otra de estas grandes descripciones de mi madre, cargada de mala hostia pero con su puntito de verdad: "hija mía, es que eres una buscavidas". Pues algo de razón, ya tiene, ya...
Y en este proceso de andar buscándome la vida, andando voy. Con esto del verano, va bien, parece que las cosas las veo más mejor. Pero tengo unas ganas de poner mar de por medio. Sí, mar. Es que lo echo de menos cosa mala. Que me pego el día paseando por la ribera y buscándole el horizonte al Ebro, que da penita el pobre esforzándose por satisfacerme. Fíjate la que ha liado con la Expo con tal de tenerme contenta y que viera yo una buena masa de agua...
Así que el otro día me pidió una amiga que le ayudara a inventar cuentos para los niños de la Expo y yo me tiré al mar y conté la historia de un pulpo requetesalao. Que ya sé que el post de hoy está un poco mezcladete, que ya me dirás tú qué tienen que ver peces con botellas de cava, pero bueno, que yo soy así, mi cabeza revolotea-tea-tea. Y las teas son esos palitos sacados del corazón de las ramas, que arden rapidísimo y son muy buenas para empezar la hoguera.

Fernando, el pulpo salado
Cuando se despertó, el pulpo Fernando tenía un bulto en la cabeza. Menudo coscorrón se debía de haber dado para tamaño bollo, pensó dolorido. Miró a su alrededor y nada de lo que veía le pareció familiar. Fernando empezó a asustarse un poquito.
Nadó un poco a la derecha, otro poco a la izquierda; nadó hacia arriba y hacia abajo… pero seguía sin reconocer las piedras grises del fondo ni el pan de rana de la superficie. De hecho, tenía una sensación muy rara, y no sabía qué era; pero algo no iba bien. Tenía una sed espantosa y le escocían los ojos. Fernando empezó a asustarse un poco más.
Por mucho que miró a todos lados, no se encontraba. “Ay madre, que me he dado un golpe en la cabezota y me he perdido”. Entonces, empezó a intentar recordar cómo y con qué se había dado ese golpe que tanto le dolía. Pero sólo podía recordar la llegada de un pulpo enorme de color rosa, sin ojos ni boca, que lo había agarrado por una de sus patas y… luego como si volara. Y nada más. No conseguía recordar absolutamente nada más. Y seguía sin saber dónde estaba. Y cada vez tenía más sed. En ese momento, Fernando empezó a asustarse de verdad.
Se tapó los ojillos y sin quererlo, comenzó a llorar. Al principio lloraba flojito, como si no quisiera que lo viera nadie así. Al rato, lloraba muy fuerte, porque quería que alguien lo viera así, lo tomara de la mano y lo llevara con su mamá, que a estas horas ya debía estar esperándole para comer. Pero no apareció nadie. Estaba completamente solo en un lugar que no conocía. Y Fernando se asustó mucho.
Dejó de llorar porque le escocían mucho los ojos y sus lágrimas no se mezclaban con el agua que le rodeaba. Había hecho una nube de lágrimas sin disolver que no le dejaban ver nada. Eso era realmente raro. Y cuánta sed tenía. El pulpo Fernando tragó un poquillo de agua y la escupió enseguida: “¡puaj, qué asco, está salada!”, pensó. Ahora sí que Fernando estaba asustado, todo lo asustado que puede estar un pulpillo; le temblaban hasta los tentáculos.
“Eh, tú, bicho raro”, oyó a su espalda. Se giró, pero no vio a nadie. “¿De dónde ha salido un pulpo tan feo?”, oyo a su lado. Miró, pero no vio a nadie. “Eres pequeño y gordo y tienes un color muy raro”, dijeron otra vez por detrás. Esta vez se giró muy rápido y logró ver la cola de un pececillo naranja esconderse tras un alga.

Si quieres leer más, descárgatelo aquí -> Fernando, el pulpo salado

lunes, 21 de julio de 2008

nunca es tarde para pedir perdón

Mira que soy... a veces me pongo de un críptico sin sentido, que me pone nerviosa. No me expreso con la claridad que debiera, especialmente en cualquier asunto que ataña mi vida emocional. Cuántos miedos. Cuántas mentiras y verdades a medias (que son aún peores).
Ni siquiera aquí, en este tablón de desahogos, soy clara para nada. Siempre escondo las cosas más importantes tras las palabras, mis fieles aliadas en la batalla que libro contra mi realidad.
Digo yo, a quién le escondo qué. No sé quién me creo que va a pensar qué cosa sobre no se sabe muy bien qué otra. Siempre guardándome cosas para mí. Siempre escondiéndome. Y al final de la única persona que me escondo es de mí misma; mi juicio es el que más temo. Con motivo. Soy cáustica y cruel conmigo. Parece que me guste hacerme daño, urgar en la herida que más duele. Super útil, claro.
Hoy voy a hacer un esfuerzo de claridad, venga.
Empezaré por los agradecimientos, que eso se me da bien.
Debo mucho a Pilar en este nuevo trabajo personal. Muchas gracias, Pilar. Nuestras conversaciones son clave para todos los avances que estoy teniendo últimamente, y a veces no sé si se lo agradezco bastante, porque no sé si lo hubiera hecho tan bien sin ella. Sabía que me había atascado pero ni sabía dónde, ni sabía muy bien por dónde o cómo empezar a desatascarme. Huí de Barcelona, de mi relación fracasada conmigo misma, que hundió mi relación con Nacho y con el resto del mundo. Aterricé en Zaragoza más perdida que una aguja en un pajar. Sus misticismos y sus teorías de yoga, que ella cree que me tomo a cachondeo, me han enriquecido. Las comparta o no, esas teorías me han mostrado puntos de vista interesantísimos que han abierto las puertas de mi autoconocimiento. La sinceridad que despliega conmigo me ha ayudado a desplegar la mía como no lo había hecho antes. Ni siquiera con Rocío. Entonces no sabía que tenía mucho más que descender. Además, como soy así de cerradota, ahora que la tengo lejos, no es lo mismo. Necesito tenerla en mi día a día más de un día (valga la rebuznancia) para empezar a compartirme con soltura. Y gracias que con ella he podido hacerlo todo este tiempo, si no, me hubiera consumido. Parece tontería, pero contarle a ella mis cosas, me obligaba a escucharlas en voz alta. Escuchar su vida y analizarla me daba claves para analizar la mía. Desearía seguir teniéndola cerca, especialmente ahora.
Cada vez me abro más y me da menos miedo ser juzgada, probablemente porque cada vez me tomo menos en serio. Parto de la base de que lo más seguro es que esté equivocada y que no pasa nada por ello. Me gusta equivocarme. Me hace sentir más segura. Antes consideraba aceptar un error como un proceso doloroso en el cual había que hacer acto de constrición, autoflajelamiento y actitud moralizante, por lo menos. Mira que soy prepotente y sabelotodo, cojones... lo que pasaba es que me pensaba que me equivocaba poco. Pero bueno, saber que uno tiene una adicción no es suficiente para acabar con ella. Es el paso que da pie al primer paso, ni siquiera constituye un paso de por sí. Yo pensaba que sí. Por eso he tardado tantísimo en entender todo lo que hice/hago mal en mi relación conmigo, con el mundo, y también con Nacho. Dos años y medio después empiezo a entender las cosas más importantes.
Hubiéramos sido tremendamente infelices. Con todo lo que yo lo quería... y lo sigo queriendo.
Muchas gracias a todos los que me escucháis y me aguantáis. A los que me queréis. Sobre todo eso, joder, gracias por quererme. No sé si todo el mundo lo siente como yo, igual por mis carencias afectivas toma un lugar tan importante en mi vida el hecho de saber que alguien me quiere. Pero es que cada pequeña muestra de amor me inunda de algo tan bonito que no hay palabras para describirlo. Cada vez que cualquiera de vosotras me mira y me sonríe, lloraría de emoción porque siento el calor del afecto en lo más profundo de mi ser. Cada beso, cada abrazo... no puedo explicarlo. Saber que me queréis es lo único que me importa de verdad. Gracias por quererme, es lo más grande que podéis hacer por mí. A pesar de que yo no lo ponga nada fácil, lo sé.
Pero bueno, nunca es tarde para pedir perdón.
Por ello, lo siguiente será disculparme, que es otra cosa que se me da bien.
Siento ser tan yo, tan mía... ir de dura por la vida. Creo que cada vez lo hago un poco menos. creo que cada vez cierro menos puertas sobre mi corazón. Más o menos.
En este tiempo ha habido personas que han intentado alcanzarlo y no he permitido el más mínimo acercamiento. Siento haber estado tan fría, tan cerrada, tan inaccesible todo este tiempo. Siento haber hecho daño, pero mi intención era, en realidad, evitarlo. Sigo pensando que no estoy preparada para una relación, que me queda mucho por madurar y aprender de mí misma antes de compartirme con nadie. No me sale. Aún no. Pero intuyo que ya no queda tanto.
Aún y con todo, el idiota de mi cuerpo hormonado se empeña en buscarme pareja, ja ja ja. Eso sí que es bueno. Es curiosísimo observar cómo la química de mi cuerpo reacciona y manda señales a un cerebro que, a estas alturas, ya se sabe de qué va la película. Mi cuerpo busca un padre/madre para mis hijos. Ja ja ja ja, es muy fuerte, pero es así. Que me doy yo cuenta. Otra cosa es lo que yo piense, que como he dicho alguna vez, del pensamiento al sentimiento va un buen trecho. Yo no controlo lo que siento, pero al menos puedo comprenderlo. Lo que pienso sí es cosa mía y por ello me rijo. Controlarlo, controlarlo... eso es otra cosa.
Bueno, a lo que iba, que quiero ser clara. Yo, mi yo, mi persona, mi ego, Irene y todas las facetas de esta personita rara que soy...
Me veo un poco más feliz (no sólo alegre) aunque todavía muy insegura y autodestructiva. Sigo siendo mi jodido enemigo y, aunque a veces me quiero, suelo tratarme con el mismo desprecio con el que me dirijo a quien debió haberme enseñado a quererme: mi madre. Tratarla con desprecio me aleja de sus ataques pero me deja sin defensa ante los míos, que son mucho peores. No parezco aceptar el hecho de que mi madre está enferma y eso supone que nuestra relación nunca será sana ni normal y no puedo permitir que eso afecte a todas mis relaciones personales. No puede ni debe ser la base en la que establecer nada porque hará que todo a mi alrededor siga bailando. No valoro el cariño que recibo de fuera tal y como me viene. Siempre he pensado que la gente me quería por pena, porque durante mi infancia busqué ese sentimiento como único sistema de crear una red de afectos que me mantuviera a flote. Eso está lejos ya, y aunque ninguno de los afectos que hoy en día me dan aliento de vida tiene nada que ver con la pena, sino con cariños adultos basados en relaciones adultas, en los días de lluvia reina en mi interior el sentimiento de que sigo sin merecer lo que tengo. No es siempre, esa duda sólo me asalta en los momentos oscuros, pero me mata sentir que no merezco nada de lo que tengo aunque sólo sea por un rato. Me gustaría poder perdonarme por todos mis continuos errores y quererme tan imperfecta. Pero no puedo hacerlo. O aún no he aprendido. Por ahora intento aprender a descubrirlos y a comprenderlos. Dejar de cometerlos no es una opción, para dejar de errar sólo existe dejar de actuar y eso no cabe en mi desesperada ansia de vida. Si la empatía me ha permitido perdonar prácticamente cualquier error ajeno, sólo porque yo siempre sería capaz de cometerlo... tendré que empezar a usar la empatía conmigo misma y comprender que equivocarme no me da derecho a juzgarme y castigarme; sólo me da derecho a equivocarme otra vez más.
Así que... chan chan chan... hoy me toca pedirme perdón a mi misma. Y eso se me da peor.
Irene, perdónanos. Yo, mi yo y mi persona sabemos que la buena intención se te presupone, que eso no es óbice, bla, bla, bla... pero también sabemos que cada vez que te equivocas sufres y que cada día luchas por ser mejor en cada cosa que haces. Quiero que aprendamos a querernos más. No quiero pegarme otra tarde como la de ayer, luchando por dejar mi mente en blanco para no pensar mierda, luchando por no culparme de toda esta miseria, luchando por convencerme de que no es culpa mía que mi madre esté como un cencerro y que mi familia esté desmembrada y perdida, luchando por descubrir si me he comportado como debía (además, eso quién lo dice). Un día de estos, espero poder pensar que sigo siendo un desastre, una bocazas, una inconsciente, una egocéntrica... todo lo que quieras, pero que soy así, que no está tan mal, y que sólo soy culpable de no saber hacer bien las cosas. Y sentirlo de verdad. Sobre todo eso. Sentirlo. No sólo pensarlo.

jueves, 17 de julio de 2008

de piji a jipi y tiro porque me toca

Segundo capítulo de la serie: "de festivales de verano".
Volvimos el domingo de Sallent (mi trancazo y yo, digo).
El lunes trabajé por obligación moral. El martes no (por obligaciones corporales diversas). El miércoles tampoco. Y hoy no hubiera ido si no llega a ser porque ayer mis compis desesperados me hicieron una subrepticia llamada vespertina, "¿vas a venir mañana?", como quien no quiere la cosa. Leñe. Quién me metería a mí en la cabeza esto de la responsabilidad. Cosa más inútil en los días de mi vida. En fin.
Aún me cuesta pensar, lo mocos espesan mis ya densos de por sí pensamientos... cada vez que me sueno me planteo dónde diantres meto tanta mucosa. No da tiempo a fabricarlos en el acto. Será que tengo parte del cráneo vacío. Claro, igual por eso me repito. Debe de ser el eco. Eco. Eco. Eco.
No sé si he comentado alguna vez mi aversión por el frío y la lluvia... pues me da igual, lo vuelvo a decir (eco, eco, eco...). Es que lo mío no tiene nombre, me ha vuelto a diluviar encima. Esto de los festivales de verano pasados por agua me empieza a escamar un poco. Dos fines de semana seguidos es mucho tute. Sólo paró para dejarnos ver a Amadou et Marian (sonando Beaux Dimanches) y para recoger la tienda de campaña. Ni tan mal.
Aún así, no sólo no me voy a quejar, sino que me voy a congratular (qué palabra tan sonora) por todo ello. Me he traído un inesperado souvenir del pirineo que me guardo para mi. Un precioso regalo. Ahora soy un poco más feliz que antes y siento que la esperanza se ha vuelto a teñir el pelo de verde pistacho. Le debe dar envidia que yo me lo tiñera de azul.
Y mañana me voy a la tele a probar suerte con otro concurso, que esto de pagar una hipoteca solita no es moco de pavo (¿porqué todo gira en torno a los mocos? snif, snif). Espero llegar a concursar esta vez porque mis dos incursiones anteriores en este mundillo fueron bastante decepcionantes, la verdad. (Hoy pienso mucho entre paréntesis, igual es por los mocos, que me oigo la voz en off y me da por poner las cosas así, como por lo bajini).
Hoy les dedico mi post a mis dos niñas y a mi regalito. A las dos primeras por pijis de ciudad reconvertidas en jipis de montaña. Y a mucha honra. Por perder la esperanza y recuperarla en cero coma. Por turnarse en pillarse el ciego del siglo. Especialmente a Rocío por el puntazo etílico de tumbarse a dormir en el único cacho seco del parking; momento irrepetible cuando Patri y yo la descubrimos ahí. Por ceder cuando les apetecía una mierda y encima eran mayoría. Por ser tan divertidas e inesperadas.
Al segundo por todo lo demás.
Y a los cabrones de los civiles que me dejaron la tienda abierta bajo la lluvia, una pedorreta. Que arreglen el camping y no hará falta hacer acampada libre. Ah, y otra pedorreta a los de Decathlon por venderme un colchón pinchado, que me acabó de alegrar la mañana del sábado.
Os deleito con nuestra desesperación ese sábado por la mañana, dentro de la tienda, incapaces de salir al diluvio universal que amenzaba con llevársenos flotando al pantano. Y nuestra escapadeta al clon francés de Sallent: Artouste-Fabrèges (1.985 m) en un intento desesperado por arreglar el panorama desolador que se nos presentaba.

jueves, 10 de julio de 2008

soy la típica señora histérica... noooo!

Me retracto de mis palabras, amo la soledad, adoro la soledad! Especialmente cuando ésta es brutalmente interrumpida a la una de la mañana por ruidos inexplicables bajo mi cama, debidos a que la inútil de mi gata está intentando cazar un ratón. Sí, sí, otro ratón.
Algo me decía que no era normal tanta actividad, he encendido la luz, he esperado mientras lanzaba ataques contra los cojines y finalmente he visto a Ona con una cosita blanquita pequeñita y peluda en la boca. Ha salido al pasillo, lo ha debido dejar correr un poco y de nuevo se ha lanzado al ataque. Juro que esperaba otra reacción por mi parte, pero lo cierto es que me he puesto a gritar como una histérica descontrolada, de pie encima de la cama, aferrada a la sábana como si fuera un escudo. Encima me ha dado por recordar todos aquellos cadáveres de saltamontes y lagartijas que Tula dejaba a los pies de mi cama, tan orgullosa de honrar a su amita... anda que, como a la mema ésta le dé por hacerme alguna ofrenda, a mi me da un patatús.
Y en éstas estaba cuando ha vuelto Ona toda contenta con el ratoncín en la boca y ha hecho ademan de saltar a mi cama, me ha podido el pánico y he salido corriendo de mi propia casa, en estado de semidesnudez, con el móvil y las llaves como único equipaje de emergencia. Atrás he dejado todas las luces encendidas y a mi gata jugueteando con un ratoncito. Tales gritos he debido de pegar que se ha asomado a la escalera mi vecinita, pobre Pilar, que le pego cada susto nocturno. Yo, en ese momento, intentaba pedir consejo a un amigo que para todo tiene soluciones siempre. Anoche no, por lo visto.
He dormido en casa de Pilar, como es lógico. A las siete de la mañana, después de pasar bastante mala noche, me he bajado a mi casa, sin ninguna gana, por otro lado. He entrado pendiente de algún cadáver por el suelo, de algún resto de la lucha... pero no he encontrado nada. He pensado que igual se lo había comido, aunque me extrañaba. Por la tarde, he decidido, haré una búsqueda intensiva.
Me he vestido rápidamente y mientras me agachaba a por los calcetines, he notado algo blando y un poco crujiente entre el suelo y la alfombra sobre la que pisaba mi pie descalzo. Oh, dioses... He elevado un poco una esquina de la alfombra y he visto una colita pequeña intentando esconderse. Mierda, está vivo! Tenía el bulto marcado en la alfombra, una zapatilla en la mano... y no he podido. Venía a mi cabeza, una y otra vez, la imagen de la tripilla suave y blanquita del pequeñuelo en las fauces de Ona la noche anterior. Recordaba la pelusilla dulce de la barriguita de Teski, el pequeño cadáver que mi vecino lanzó por el patio de escalera hace unas semanas... Y una flojera me doblaba las rodillas, las lágrimas acudían a mis ojos irremisiblemente. Soy incapaz de matar. Es un mamífero, es inteligente y tiene un sistema nervioso avanzado; siente dolor y miedo. No puedo.
He vuelto a sacudir la alfombra y una sombrita gris ha huído presa del pánico (acompañado por mis aullidos descontrolados) hacia mi cama. Me he agachado y ahí estaba el pobre, acongojado, mirándome con ojillos... He intentado llamar la atención de la gata sobre la presencia de un ratón vivo en la habitación, pero qué narices, ella lo sabe perfectamente, ha estado jugando con él hasta que se han cansado y se han echado a dormir. Lo cual confirma mi teoría de que el ratón del pasillo no era una presa de caza sino un compañero de juegos trístemente fallecido porque a la torpe de ella se le fue la mano sin querer.
El pobrecín ha salido de bajo la cama, ha corrido temblando, pegado a la pared y ha acabado tras la cesta de la ropa sucia. Y ahí se ha quedado. He cogido lo imprescindible (incluyendo al gato, aunque esta última parte no la tenía clara), he dejado abierta la ventana de par en par (hay que darle una oportunidad), he cerrado la puerta y me he venido a trabajar. Aún no he tomado ninguna clase de decisión al respecto del ratón encerrado en mi dormitorio. Sé que jamás podré matarlo y que mi gata tampoco tiene intención, así que igual me planteo hacerme su amiga.
No me divierte nada esto de no saber cuántos mamíferos viven en casa. ¿Habrán dejado atrás una prolija familia de ratoncillos semi huérfanos? ¿Qué voy a hacer? ¿Porqué soy incapaz de mantener la calma y me comporto como una histérica?
Ya he tomado una decisión. Nos vamos el gato y yo, y que venga el señor de las ratas, me fumigue la casa y fiesta. ¿Yo en contra de los pesticidas y químicos? Nada, oye, para desayunar póngame cuarto y mitad de sulfatos! Fuera jipismos, me voy a andar yo ahora con remilgos...
Nunca debí poner en duda mi deseo de soledad, mira lo que he conseguido.

23:18, jueves
PD. - Ya es de noche.
Mi ex-compi de piso, el vecino, el primo del vecino, la mujer del vecino... el gato del vecino!!!
Todos estos han intentado hoy cazar a Pochi menos Ona y yo, que somos precisamente las que vivimos en esta casa.
MUCHAS GRACIAS A TODOS.
Pochi ha sido rescatado gracias a la paciencia y agilidad del primo de mi vecino, y actualmente reside en la ribera izquierda del río Ebro. Aquí lo tenéis dentro del bote de potitos que le ha servido de transporte hasta su nueva casa.

lunes, 7 de julio de 2008

embarrada por dentro y por fuera

Primer capítulo de la serie: "de festivales de verano".
Acabo de volver de Bilbao.
Tengo okupillas, pero no me importa, voy superando eso de ser soledad-adicta.
Bilbao. Qué ciudad más rara.
Me impresiona ver montes tan altos y tan verdes al final de calles tan urbanitas.


Desde la ventana de casa de mi amigo, que vive en el "centro", se veían gallinas y un enorme gallo picoteando en una rotonda. Duermen en el caserio de la izquierda, que da a la rotonda. Es todo como muy salvaje. En todos los sentidos.
Y nos cayó un diluvio en pleno julio.
Le di la mano a Lenny Kravitz. Más curioso aún.
Tuve un dilema moral: ¿sigo mojándome y arriesgándome a un pasmo o me protejo de lo que me cae?. Me quedé. Pero después de REM inicié la huída como todo el mundo; me perdí a The Prodigy. También me perdí a Madness, por sueño. Y frío. Y soledad. Más raro aún.
Ando con los pensamientos como mi mochila, llena de barro y desordenada.
Me gusta la soledad y no. Me apetece y no. Ando liada.
Ya me lo pensaré.
Por ahora he descargado las fotos nada más llegar. Mucho más de lo usual. Raro.
El primer día llegamos a concierto empezado y seguimos el aragonés-system: desde atrás y por el medio. Nos quedamos ahí, en el medio. Ni cerca ni lejos. Vimos la barba de Sting en la pantalla gigante, casi como verlo en casa de pie, a empujones con tus amigos.
Pero eso no me iba a pasar con REM, me metí a las 6 a guardar sitio. Casi 6 horas antes. Tenía un sitio ideal. Junto a la valla para apoyarme y cerca.


No lo podía perder por nada del mundo. Ni siquiera cuando se abrieron los cielos sobre mí. Ni seis horas después de cantar bajo la lluvia. En la huída nadábamos en barro. Al día siguiente medio monte vallado, aparejo desmontado y montones de barro acumulado por tractores demostraban que había sido tan asqueroso como recordaban mis pantalones (que por cierto, los tengo que sacar de la mochila).


Esto de los festivales es todo un mundo. Deberían escribir un manual del usuario. Igual me lanzo y lo hago yo un día. Con un apartado para solitarios dubitativos. Con las páginas en azul para acceder rápido en momentos de emergencia.
Un día explico esto de mi nueva percepción sobre mi relación con la soledad.
Tengo que masticarlo un poco más.

martes, 1 de julio de 2008

a cualquier otra parte

Hoy quiero irme a cualquier otro lado.
Hoy necesito un cambio.
Hoy no me apetece hacer lo de siempre.
Hoy estoy terriblemente aburrida y hastiada de mis rutinas.
Hoy me piraría, no sé ni a dónde, me da igual, a cualquier otra parte.
Hoy he escrito este mail...
"Estaba soñando algo así como q me iba a vivir con unos de los del pueblo de al lado del mío (q son de un brutooo) y q al gato no lo podíamos tener y entonces lo iban a tirar por la ventana junto con una serpiente q habían sacado de debajo del armario (¿?) y cuando veo a la Ona agarrándose al marco de la ventana, mirándome, como quien despierta de un sueño, grito 'nooooooooo!!', y me lanzo a cogerla y entonces me he pegado la hostia de mi vida porque estaba en el borde de la cama y por lo visto he saltado hacia fuera. Me he quedado en el suelo unos segundos escojonándome, no más de 3 o 4 segundos porque tenía que salir pitando ya que al parecer, ayer cuando puse el despertador, lo quité... no había sonado y eran las 8 menos 10 (entro a las 8). Guay, en mi línea, me ducho a toda leche, salgo de casa a toda leche... ay no, q tengo que coger la entrada de la Expo porque he quedado ahí con mi prima y mis padres cuando salga del curro. Vuelvo, la cojo. Salgo. Mierda, cuando vuelva a casa necesitaré otro casco para mi prima. Vuelvo, lo cojo. Salgo. Mierda, no he pillado nada de comer y como llego tarde tendré que recuperar minutos a medio día, no me va a dar tiempo de venir a comer a casa... da igual, pues no como. Ya ha llegado el ascensor, me voy. Intentando cerrar rápido he logrado tirar 3 veces el mismo casco. El otro por suerte se ha comportado. Llego a la calle, corro, algo cae... me giro, es mi chaqueta exactamente dentro del único charco de la calle cuyo origen desconozco, espero que sea todavía de la lluvia de ayer, por dios. Recojo mi chaqueta empapada. Corro a la moto, me ato la chaqueta a la cintura porque no tengo huevos de ponérmela. Por supuesto se ha mojado justo todo lo que entra en contacto conmigo, la ponga como la ponga. Me empapo el pantalón con agua marrón. Lo dejo correr. Por el camino me congelo en manga corta en la moto a las 8:15 de la mañana. Bueno, el café me hará entrar en calor. Llego al parking gigantesco de Prames y, como siempre, los únicos 4 sitios para moto están cogidos y hoy los bicicleteros que aparcan detrás están a cual peor. Subiendo la moto al caballete tiro la bici de mi jefe. A estas alturas de la mañana deduzco que va a ser un día movidito. Subo a fichar y voy directa a la máquina de café donde me saluda un cartelito que reza: "no hay café, lo cobra y no sale nada". Ole, ole y ole! La primera buena cosa del día. Alguien ha perdido su pasta por mí... y doy las gracias a la humanidad por evitarme otro mal trago matutino. Lavo mi chaqueta en el baño y mientras la froto noto un dolor en las manos inexplicable, me duele la piel, no las puedo cerrar bien. Cuelgo la chaqueta a secar y me miro las manos. Genial. Están hinchadas y llenas de minigranitos. Hace como 8 años q convivo con un eczema q empeora con los nervios y la humedad, pero se va de vez en cuando. Desde lo de la espalda, no se acaba de ir, emperó mucho cuando lo de las pruebas. Mucho, mucho. Y hoy por primera vez en 8 años de relación con mi eczema ha salido de su zona de influencia, ha invadido toda la mano, por arriba y por abajo, me las ha hinchado y duele un montón, no puedo ni cerrar el puño. Leñe qué día!
Así que buscando un poco de cariño y comprensión me voy a hablar con mis amigüitos los informáticos, quienes deciden que hoy es el día para contarme cómo CENSURADO nuestras carpetas. Hace poco me enteré de que esta CENSURADO... yo por mi CENSURADO ya! Me ha encantado saber CENSURADO... por eso estoy mandado ahora este mail. Porque pa chulo-chulo... pues eso!
Por si no fuera poco, hoy ha entrado un trabajo horrible. Y yo sigo sin desayunar!!!
Entonces me ha llamado mi prima, que está de ocupilla en mi casa, q el gato no tenía comida, q dónde estaba su pienso... DIOSSSS! Encima q casi la mato en sueños, la he dejado en ayunas en la vida real. ¿De qué coño voy? Está claro q hoy es mi día.
Estoy un poco chooooof...>

¿Hace falta que añada algo?
Lo "censurado" es una cuestión de sentido común, porque una cosa es ser chula y otra gilipollas, no? Conociendo el dato de que soy objetivamente gafe, son ganas...
Tengo fe, esto tiene que mejorar, pero vamos, llevo una mañanita de risa...
Ains, daría una mano por irme, por pirarme a cualquier lado, cambiar de vida, mandarlo todo al garete y olvidarme de la persona que soy para construir una nueva, o algo así... a cualquier otra parte... a cualquier otra paaaarteeee!