martes, 22 de diciembre de 2009

superando mi claustrofobia

Hace tiempo que dejé de lado el blog. Supongo que Yolanda tenía razón, cuando estás bien, ya no necesitas escribir tanto como antes. También puede que tenga algo que ver el hecho de que ahora UTILIZO (así, con mayúsculas) todas y cada una de las horas de mi vida en millones de cosas. No me quedan esos ratos libres en los que podía vomitar mis entrañas sobre la mesa y dedicarme a ordenarlas en palabras sobre una pantalla. Parece mentira, pero el no tener trabajo no me ha dado más tiempo libre... uf, ahora que lo leo, sí. "Tiempo libre". Ahora todo mi tiempo es "libre". Pero no tengo tiempos "encerrados" de los que necesite escapar. Quizás sea más eso.
Hoy he vuelto a releerme y no puedo evitar sonreir. Sonreir mucho. Puedo ver todo el proceso, puedo ver incluso en qué punto me encuentro. Claro, yo me entiendo, que para eso soy yo. Pero realmente creo que incluso alguien de fuera podría entender lo que he hecho. Cómo he ido buscándome entre todas las cosas que me han enseñado a creer que soy...
Déjame vivir, libre, pero a mi manera...
Ayer comenzó el invierno, abrazando mi balcón con algodón de azúcar. Cuando miré por la ventana y lo vi todo nevado supe que podía firmar otra de mis grandes victorias de este año: he ganado al otoño y al invierno prematuro de Zaragoza. Me sigo sintiendo bien, con ganas de hacer cosas. Puedo mirar los cielos encapotados y no me asfixio como antes. Siendo sincera, está claro que no se puede respirar igual cuando se le pone un tapón al cielo, decir otra cosa sería mentir. Pero ya no me da la angustia que me daba antes. Me siento tan fuerte...
Igual hasta sería capaz de meterme en el metro de Plaça Catalunya en hora punta, en un día de tempesta. Bueno, igual ahora me he pasado de sobrada, pero poco me falta!

jueves, 11 de junio de 2009

la relatividad del tiempo

Ya han pasado 3 años desde aquel tonto accidente que marcó el cambio en mi vida.
Lo celebré en Salou (si, ya lo sé, es cutre, pero es tan real que aún me gusta más, está al nivel del suelo, como quiero estar yo ahora). Una mariscada y una nueva esperanza. Y nuevos miedos y dudas, y mil movidas... pero eso es la vida y es lo que quiero hacer con ella. Vivirla.

El sábado hizo 3 años. Parece que fue ayer. Recuerdo perfectamente la sensación con la que volvía del hospital en aquel taxi, camino de casa de mis padres, a explicarles que tenían que acompañarme a casa a por mi gata para instalarnos ambas en la suya... el tomar conciencia de que no podía ni asearme sola con aquel maldito aparato que satán confunda que me ataba los brazos a la espalda. Como si de una broma se tratara, me impedía alcanzar aquello que tenía delante. Quizás sea una buena imagen. Así me encontraba en ese momento. Impedida. Pero lo estaba de antes de partirme la clavícula, aunque yo no lo sabía.
Suena I'm just a lady... Kutiman, Thru-You

No fue una hostia contra el asfalto, fue una hostia contra mí misma. Me robé al fantasma de lo que parecía mi "nueva vida". Pero no lo era. Seguía sin ser libre. Era todavía la esclava de mi persona. Y fue el ver que no estaba manumitida sino de vacaciones fingidas, lo que me abrió los ojos a la realidad. Seguía siendo la niña asustada y advenediza que dibujaba monstruos en la ventana para auyentar a las bestias. Yo y mis aliadas: la culpa, la cobardía, la desconfianza, la pena y la apatía. Malditas.
Volví al lugar de mis más oscuros recuerdos. Volvían los fantasmas del pasado a engrosar la lista de voces podridas que maltrataban a mi persona cada vez que intentaba cerrar los ojos entre las cuatro paredes que habían albergado mis peores pesadillas. El Hombre del Saco se apareció en mi vida. Sí, había un monstruo en mi armario, y bajo mi cama, y otro que me seguía por el pasillo cuando iba a oscuras al baño. Era todo cierto, pero ya había pasado, formaba parte de una vida que terminó en el mismo instante en que asumí y perdoné mi infancia y pude pasar página, pero esta vez sin dejar un dedo de marca que se corta con el filo del papel en cada latido de mi corazón. Pasé página y cerré el libro. Tomé uno nuevo de la estantería del presente y comencé a escribir este blog. Cosas del siglo XXI, ahora ya no se llevan las estilográficas.
Cuando me "desataron" los brazos, me lancé con ánimos renovados a la construcción de mi nuevo mundo, mi nueva vida y una nueva Irene para mí y para ella. Tocar fondo y empujarse hacia arriba; es todo una. Pero esta vez lo hice con tino. Primero me aseguré de que la luz hacia la que iba no era un foco en el fondo sino la mismísima salida.
Me elevé sobre mis brazos libres y abrí los ojos entre chorretones; salí de la piscinia, me sacudí lo que me quedaba y seguí caminando hacia delante. No miré atrás. Por fin sabía lo que había.

Han pasado 3 años desde que busqué el camino hacia el centro de mi mundo, para hacerlo volar en mil pedazos y olvidar todo lo que fui para buscarme de nuevo.
Como cuando la Nada devora hasta el último trozo de la tierra de Fantasía y sólo quedan la Emperatriz Infantil y Bastian, flotando en algo menos que nada. Y Bastian sólo tiene que cerrar sus ojos e imaginar lo que desea para convertirlo en realidad tangible.
Así me he reinventado y me he reencontrado a mí misma. He cerrado los ojos y dejado que saliera todo aquello que, una vez destruídos los filtros que apocopaban mis más profundos anhelos, brotaba de mi interior e inundaba mi existencia.
Sigo sorprendida de ver que, a pesar de todo, queda tanta vida, tanta ilusión, tanto optimismo y tanto amor en mí. Sigo decidida a poder reurnirnos a todas a charlar en la misma mesa, a mi, a Irene, a mi persona, a mi Yo; y todas las que vengan, bienvenidas, porque he aprendido a escuchar sin miedo y sin juicios... porque estoy aprendiendo a quererme y a ser querida.
Aunque esto no significa que lo haya logrado, sólo que estamos en ello. Y muy animadas.

lunes, 18 de mayo de 2009

estoy muy bien porque así lo deseo

Me he subido al regazo del positivismo y me he dejado llevar en volandas por los más maravillosos paisajes emocionales que había imaginado. Cada día estoy mas segura de lo que quiero y cada día estoy más seguro de conseguirlo. Porque sólo depende de mí. Y porque lo deseo tanto...
He escrito una canción nueva en diez minutos. Las notas fluyen por mis cabellos cuando los peino y acarician mis oídos en su caída. Rezumo gotas de vida por los poros de mi frente y bañan mi cara y la cambian cada día.
Por eso no me da la gana lavarme la cara por las mañanas... porque me siento limpia por dentro y por fuera y no lo necesito. Suena Estoy muy bien, de Extremoduro.
Es tan bonito sufrir que disfrutar tenía que ser aún mejor, y no podía dudarlo
La canción empieza así:
Otro fin de semana infinito, nada debería salir como estaba escrito; el tiempo ni se crea ni se destruye, fluye. La felicidad en mi vida constituye el fin primero y último y sustituye la banalidad de una existencia inerte llevada por la inercia del que de 7 días, tan sólo 2 siente. Prostituyo los principios de esta sociedad enferma; rara me ven, raros son ellos que sienten tan diferente a lo que venden...
Bueno, y sigue pero eso lo dejamos para otro día y quizás la cuelgue ya grabada.
Estoy en un momento dulce, ácido y picante. Dulce porque llena mi lengua y refresca mi ánimo y mi esperanza; ácido porque la contrae, y la extiende hasta sus esquinas, despierta e ilumina todos los rincones olvidados y los fertiliza; picante porque está lleno de excitación y de aquello que los cobardes llaman riesgo y los demás aventura. Estoy en un momento que he deseado, llamado y merecido. Por eso es mío. Y por eso quiero disfrutarlo.
¿El qué? Pues lo que sea. Empezando por "percibir la vida sin filtros", como dice Pilar.
Me gusta mucho mi burbuja y no quiero perderla, pero creo que voy a llamar a los albañiles que viven en mis pies, para que suban a la azotea y cambien la escotilla estanca por una cortinilla de tiras de plástico, como las que ponen en los bares para que no entren moscas. Así entrará el airecito del verano y hasta las moscas sean bienvenidas. Cuando llegue el frío de nuevo, ya pensaremos qué instalamos, pero creo que será acristalado...

martes, 3 de febrero de 2009

alice and the white rabbit

Esto es frío:

Esto es calor:

Y esto parece un episodio de Barrio Sésamo, pero no lo es.
Estoy poniendo cosas en claro, a ver si me aclaro yo.
El frío está fuera y el calor dentro. Hay frío y calor en todas las decisiones posibles.
Es que estoy así un poco entre fría y no.
Entre que no sé muy bien dónde estoy y dónde quiero estar.
Siempre que voy a Holanda mi hermano me come la cabeza.
Si te comes este pastel te harás más grande, si te comes este otro, más pequeña... como el conejo blanco, con chistera, apresurándose ante el reloj... cayendo por un agujero como la cabeza de un alfiler.
Y yo soy Alice in Wonderland.
Suena The Durruti Column, White rabbit (descargar canción).
Pero es que estoy bien. Hago lo que me da la gana y disfruto de una relativa libertad, gestionada con mano férrea por un estado de ánimo más bien voluble y un sentido común muy poco común y algo pendenciero. Justo tal y como yo quiero. La niña de mis ojos juega entre mortales y cuelga a la adulta que nunca hubo en mí a dos metros por encima de la tierra, suspendida en los brazos de algodón de mi imaginación y mi fantasía, dibujando realidades mucho más ficticias. Estoy bien dentro de mi burbuja de madera.
Pero luego me veo fuera y echo de menos ser nueva en un mundo subterráneo. Echo de menos descubrir cada palmo de acera en una ciudad ajena. Generar nuevas rutinas y costumbres, para luego romperlas (si no, para qué). Ser mil personas diferentes y no ser ninguna de ellas. Construir una vida de cero cada noche y rehacerla cada mañana. Grabar nuevos atardeceres en la memoria de mi retina. Menos tiempo para pasear por dentro de mí misma y más para pasear conmigo.
Pero en Holanda hace frío. Y no me refiero al frío de las piedras. No me gusta el frío. Ninguno de ellos.
En el fondo, quiero seguir aquí o al menos, pensarlo más tiempo antes de tomar una decisión en firme, que luego se me mete entre ceja y ceja ya no me da tiempo de pensar. Mi yo decidida me tiene acojonada. "Si hay que hacerlo, se hace", suelta, a lo bruto. Me tiro a donde sea y luego resulta que a veces lo hago sólo porque una parte de mí ha decidido hacerlo, pero no porque todas lo hayamos pensado realmente... Me tengo que resignar a veces a mis decisiones arrasadoras, mi yo tiene un arranque...

Ja ja ja, debo de parecer una pirada, pero yo creo que esto de la personalidad bipolar es de lo más divertido. Yo me lo paso genial observándome y conociéndome poco a poco. A veces pienso que nunca llegaré a conocerme del todo porque con esto de la evolución personal y tal, a lo que yo llego a un punto, mi yo ya lo ha dejado atrás, Irene ha cambiado de opinión y las demás no nos lo habíamos ni planteado en serio aún... y andamos siempre trastabillando tras mis pasos, como un tren traquetea por las trabes; tropezando con trabas que tramo para retrasar a mi yo retraída y arrastrar a la más traviesa hacia arriba; mis letras trastornadas se retuercen y mi dislexia me atrapa, entreteniéndome en traducir retruécanos de palabras partidas; mis tripas y yo trazamos un camino de trastadas y tropelías; corriendo, al trote, al galope, tracatrán, tracatrán...
Porque yo no vivo, yo juego a vivir conmigo... y lo bien que me lo paso!

If you go chasin' rabbits, had you known you're goin' to fall?

jueves, 22 de enero de 2009

uf, que alguien limpie el fondo de esta piscina

Qué manía esta ciudad con sus opacos cielos blancos... así no se puede respirar, ni sonreir, ni nada... yo necesito ver el cielo para extender las alas. De verdad que me agobia el cielo blanco porque no sabes dónde está el borde. Quiero decir, que no puedes saber cuánto espacio queda entre tú y el fondo del cielo con lo que no puedes saber cuánto aire cabe... a mí eso me asfixia un poco, bueno, un mucho... me genera una presión en el pecho que no me deja respirar con soltura. Y me salen sarpullidos en la mirada, y se me acartona la carcajada, y me duelen los resquicios de la esperanza, y... ¡hasta dejo de canturrear en voz baja! ¿Cómo se puede sonreir si te cuesta respirar?
Es como bañarse en un río el día después de una tormenta. Aunque el agua esté marrón sabes que está limpia, pero no ves el fondo y aunque sepas q entre tú y el lecho no puede caber nada muy grande, da miedo. Te bañas, pero te bañas con vértigo, con la sensación de que "algo" te va a tocar. Y de hecho vas con los brazos y las piernas bien en paralelo a la superficie del agua, nadando a una peculiar braza que dice "qué demonios habrá allá abajo, no quiero rozar nada solido, gracias".
Y así ando yo, que no quiero mirar hacia arriba porque me impresiona ver que no veo, que no veo nada.
Los rayos gamma son la radiación electromagnética que desprenden las partículas radioactivas (Wikipedia dixit). Debido a las altas energías que poseen, los rayos gamma constituyen un tipo de radiación capaz de penetrar en la materia más profundamente que cualquier otra radiación (rayos X, alfa...) Yo necesitaría una visión de rayos gamma para días como hoy. Suena Beck, Gamma Ray.
Giro la cabeza, cual niña del exorcista desde la mesa de la oficina y no logro ver el azul. Y por más que giro la cabeza, lo único que consigo es un tirón en el cuello. Y suspiro como si me fuera la vida en ello. Y subo un poco más la música a ver si eso me abre los bronquios atascados en esta quietud opresiva. El blanco es el color de la ausencia. Alguien se equivocó cuando estudió la composición de la luz.
El azul es el color del espacio a través de la atmósfera. Cuando lo veo sé que estoy viendo el fondo del río y eso me demuestra que hay sitio más que de sobras para todo el oxígeno que necesito. Y ya no me da miedo nadar a braza, o a espalda, o bucear por mis sueños, o zambullirme hacia arriba a ver si rozo las nubes, porque me rodean quintales cúbicos de aire respirable. Porque yo necesito mucho oxígeno para entrar en combustión, y sin oxígeno no se puede arder, y si yo no ardo me enfrío... y si me enfrío... si me enfrío... mmmm... ¿tengo mocos?

miércoles, 7 de enero de 2009

Sin chaqueta y con los brazos al viento

Inasequible al desaliento.
Que no se llama apatía, ni egoísmo, ni inconsciencia, ni falta de responsabilidad, que lo mío se llama alegría por vivir. Pase lo que pase, todo es positivo mientras haya vida. Si es que no me canso de decirlo. Y ojo, que soy consciente de que lo mío es de admirar. Ni yo misma entiendo cómo le sigo sonriendo a la desgracia con toda mi cara, bonita. Bueno, quizás por la desgracia no existe. No al menos en mi vida. Cuenta, mirando las imágenes de la escuela de Gaza, quién tiene narices para quejarse de los designios de su fácil y dulzona vida occidental.
¿Maltratos? Nos dieran un máster con sus nueve años los ojos negros que nos agarran desde las fotos de Sebastião Salgado.
¿Abusos? Sin palabras tras el burqa de las niñas afganas.
¿Quejarnos? No deberíamos sólo porque, al menos, nosotros podemos. Y deberíamos antes hacerlo por ellos, que por nuestros destinos enteros.
En este mundo de locos nos tocó vivir sin chaqueta de fuerza y eso de por sí es una gran suerte.
Vivimos mejor de lo que merecemos. O tampoco es eso. Merecemos vivir lo que tenemos, pero estamos obligados a valorarlo y a no hacer dramas de pequeños contratiempos que de ninguna manera pueden enturbiar las aguas de nuestro ario, europeo, sencillo reflejo. Que no me quejo. No porque no quiera, sino porque no puedo. Que me sale sólo, porque si de mí dependiera, yo creo que alguna vez me hundiría, pero chico, yo me dejo arrastrar por mi infinito agradecimiento, que ni tan mal.
Podría decir que este año los reyes se han portado requetemal conmigo. Me trajeron otro tímpano roto (ya me jode ser cada día más sorda), un vacío en mi corazón y una compañera de piso mudada en 24 horas al norte. Y por si fuera poco, frío y nieblas. Y yo que me veía así un poco en el aire inestable, me planté en casa de una amiga, con mi sordera, mi mareo y mi fiebre bajo el brazo porque pasaba de comerme la olla con tanto revés solita en casa. Es que Ona me da mucho amor pero conversación lo que se dice conversación, más bien poca.
Y aquí ando, de vuelta al tajo, con menos ganas que antes, si cabe. Pero fuera el sol ilumina los tejados de uralita de las naves cercanas y me reflejan la pantalla. Que no veo ni pijo, pero me da igual porque tampoco es que me esté matando a trabajar. Y el cartel de SALIDA que pende sobre la puerta está caído del lado derecho y cada vez que lo miro me hace reir porque no sé si me está llamando "salida", o me está llamando a salir a escape de este trozo de irrealidad asumida.
Me gusta la oficina cuando está vacía porque parece que está uno más en casa todavía. A gustito.
Y ando a vueltas con el caralibro, que es un saco de sorpresas. Pienso nombres de gente a la que hace años que no veo y los escribo en la cajita blanca de arriba y espero a ver qué pasa. Y, caray, no sabes cuánta gente está aquí metida (aseguran que más de 150 millones de usuarios en el ancho mundo). Pero no me atrevo a agregarles porque aún no me quiero tanto ni estoy tan segura de todo y me da mucha vergüenza, así en general. Pero les miro los amigos, a ver si reconozco a alguien. ¿Te imaginas?. Y luego me da por pensar que alguien haya hecho eso conmigo en alguna ocasión. Pero también me da por pensar que quién diantres se irá ahora a acordar de mí, si tantos años han pasado, y para qué. Porque yo tampoco sé para qué busco a la gente. Porque soy una cotilla, intuyo. Para ver qué pinta tienen, igual. Lo más cutre es que no me atreva a dar señales de vida. Me siento un poco espía.
Últimamente me ha dado por buscar a los del cole. Desde que reapareció Begoña en mi vida, me ha vuelto esa fiebre del "vamos a juntarnos los del cole en una cena-remember" que parecía ya escondida. Se abrió el cajón y con él un armario entero de recuerdos. La mayoría preciosos como un día de verano en una isla. Los malos, dentro de mi especial estilo de vida, han sido borrados sin dejar huella alguna. Juro que no recuerdo nada malo de mis días de colegio. Y si algo malo había, ya muté la tragedia en alegría. Que no digo que no tenga malos recuerdos de mi infancia. Millones. Pero ninguno en el colegio, pues era mi válvula de escape, el lugar donde me sentía libre y viva. Me pregunto si todos guardamos ese recuerdo magnífico del Eliseo Godoy o soy yo que me paso de optimista. O de lista...
Y ¿mañana? mañana sol... y buen tiempo!