Hoy he llegado al curro, me he metido en mi correo personal (no pienses mal, a ver si tenía noticias del libro de casa, que tengo que informar a mi jefe... qué te habías creído) y me he encontrado una sopresa inesperada. Una antiquísima (joer, es que empiezo a ser viejuna ya) amiga del cole me había mandado un mensaje desde una página donde había colgado fotos del nuestro cole (fíjate si soy agüela que las fotos eran en blanco y negro...). Hace la de dios que no sabía de ella. Lo mismo más de 10 años. Igual me he pasado, pero por ahí, por ahí. Es de estas personas que por mucho tiempo que pase, deja un recuerdo imborrable que sabes que además es mutuo. Madre mía, si es que se cambió de colegio en cuarto o en quinto, que tendríamos 9 años... y las tres, Cristina Guardia Añaños, Begoña Pérez Gete e Irene, sabían que serían amigas para siempre. Que luego la vida hace contigo lo que quiere, pero bueno, para eso está el libre albedrío.
Un sábado por la mañana que andaba dando vueltas con Pedrito (el corsita que fue mi primera cocha) medio rayada, acabé aparcando en casa de la madre de Begoña y me planté en su casa. Así, a la brava. Hacía como... puff, imposible hacer la cuenta de años que hacía que no la veía. Y la saqué de la cama, pobre. Cuando se acabó de despertar debió dudar si había sido un sueño. Pero me apetecía y lo hice. Con Cristina compartí el resto del cole y aunque nuestras diferentes evoluciones nos separaron, después del instituto volvimos a reencontrarnos porque la escuela de turismo donde estudió estaba a media manzana de casa de mis padres. Nos estuvimos como dos o tres años carteando en Zaragoza. Descubrimos el sistema de reutilizar 20 veces el mismo sello. Nos fabricábamos los sobres con hojas de revistas. Fue realmente divertido. Pero una vez acabó la carrera y yo me fui de mi humilde capital de provincia, la cosa se enfrió. Hace como... ni idea de cuántos años, recibí una carta suya desde Canarias que nunca respondí, y maldita sea no sé porqué no lo hice. Ahora vuelve todo esto a mi recuerdo. Me gusta la sensación.
En la página de Begoña salen fotos del cole y de los profes.
Ha sido una extraña sensación. Volver a ver ese patio, perdón, recreo. Dios, tengo tantos recuerdos ahí. Buenos, malos, regulares, de varios colores.
Esto de reencontrarte con la infancia supone una terrible tentación, la de preguntarte si te veías entonces tal y como eres ahora. Yo, la verdad, no me veía en Zarapocha, me imaginaba en algún lugar un poco más cosmopolita. O así. Pero está bien. El mundo es ancho y si mi espalda me lo permite, la vida es larga. Ya habrá tiempo. Todo tiene su momento. Ahora tocaba éste y prefiero centrarme un poco, que no me vendrá mal. Este domingo acaba la Expo. La idea era irme en cuanto acabara pero he ido tanteando la cosa y está complicado. Dudo que de aquí al lunes pueda fijar mi residencia en otro lugar. Sin embargo, en contra de lo que me dijo tanta gente cuando regresé, no tengo el miedo de que Zarapocha me ate contra mi voluntad porque si una cosa he aprendido de mí es que, como se meta algo en la cabeza, arramblo con lo que sea, pero me tengo que salir con la mía. Será a la larga, pero será porque así lo deseo.
Por ahora me voy a por el tercer capítulo de la serie "de festivales de verano". Esta vez parece que no va a llover. Espero. Pero vamos, un sol de justicia, tampoco va a hacer. Curiosamente me voy con la misma persona con la que estuve en los dos anteriores, aunque en el primero todavía no nos habíamos cruzado; vamos a romper la maldición que nos persigue a ambos.
Tengo muchas ganas de pirinear. Mucha necesidad.
Me pongo nostálgica, voy a cambiar de tercio.
He colgado la canción de la maqueta con Halifa por si alguien es tan masoquista como para querer descargársela. En una de estas cuelgo el vídeo del concierto en youtube, pero va a ser que después de fiestas de Ansó...
Talibé_Halifa feat. irenedxs & Battosai
Si sólo quieres oírla, dale al play, arriba a la derecha. He quitado el inicio automático por vergüenza torera, pero en el siguiente post lo vuelvo a poner, debéis estar echando de menos la bienvenida musical.
Suena tanto silencio al abrir que me turba.
Quedan 2 horas para mi libertad.
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