jueves, 7 de junio de 2007

cuando el veranito entra por la puerta, la rutina salta por la ventana


Ayer hizo un año.
Nadie parece entender que un acontecimiento nefasto, puede provocar cambios absolutamente positivos. Tuve que explicar varias veces a mis compañeros de trabajo que me había pegado toda la tarde en la cocina preparando bizcocho y galletas para celebrar el aniversario de un accidente. Mi clavícula está bastante mal curada pero mi vida, después de tocar fondo, pilló impulso y cicatriza rápido y sin demasiadas secuelas. Al menos eso parece ante mis inexpertos y poco objetivos ojos.
Cerré por fin este ciclo siniestro, tal y como dije, al más puro estilo bucanero.
No quiero con eso decir que cerré los cajones de mis recuerdos, de mis pensamientos, de mis proyectos... y abracé el sillón de la apatía y la resignación. Mis cajones (por mis cojones) siguen abiertos de par en par y así han de estar. Me voy centrando en su contenido siguiendo el orden que me place y que me interesa en cada momento. Sin prisas, sin miedos más allá de los imprescindibles. Mi pasado forma parte de mi presente y ha de conformar un futuro mejor del que me esperaba entonces. Ese es el gran reto. Cómo lo haga, cuándo... dentro de mis, posibilidades lo mejor que pueda y sepa.
Mi corazón está tan hecho un lío como hace un año, enzarzado en otras veredas, enzarzado consigo mismo. Mi bolsillo agoniza, como hace un año, pero da pasos más largos. Mi trabajo está tan mal pagado como hace un año, pero al menos, hoy no estoy de baja. Mis amigos son los mismos del año pasado, pero hoy sé cuáles de ellos están para lo que sea y cuáles de ellos según y para qué. Con mis padres sigue existiendo un abismo de desconocimiento pero hoy me duele menos que ayer; mañana ya veremos.
Como ves no voy de evolucionada. No es eso. Sólo he tuneado mi existencia, pero tampoco quería más, no buscaba hacer cambios tan drásticos. No era el momento. Ese momento está por llegar. Siempre en busca del ingrediente que salpimente mi vida. Y cuando llega el veranito, se nota inmensamente más. La alegría del sol inunda mi casa y emborracha mi cara de sonrisas pícaras y desafiantes. Me siento capaz de todo, tengo claro que quiero exprimir cada segundo de esta vida y cuando me canse, empezar otra. Ya tengo algo en mente, la lucha por hacer realidad otro sueño más. Otra cruz en la lista de mi vida, en esta magnífica novela que enriquece mis noches de insomnio y mis tardes de vigilia, que promete una vejez tranquila.
El Proyecto de Cambio. Empezó con unas vacaciones a Uruguay, espero que acabe con un cambio lleno de posibilidades, oportunidades y mariposuelas en el estómago. Espero que termine de la mejor manera posible y desde luego, eso no pasa por seguir haciendo siempre lo mismo. En el cambio está la evolución y, bueno, en eso estamos. No sé qué será de mí. Eso es lo que me gusta, esa sensación de que el vasto mundo extiende sus garras hacia mí y emprende conmigo una furiosa danza de alegrías y tristezas tan viva como la vida misma.
Siniestro no significa malo, significa solamente que sucedió en el lado izquierdo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(Written June 14. 2007)

Mañana siempre es mañana y los cambios ocurren ahora, ya, en este mismo instante.

No es lo que nos hace humanos saber afrontarlos, superarlos, y por que no, amoldarlos todo lo que podamos? Cierto es que en casi todos los casos parece que es uno mismo el que se tiene que amoldar. Cierto es, porque lo que está cambiando no es de piel hacia fuera.

No es cada imagen, cada olor, cada susurro y cada grito, todo sabor y hasta lo insípido que muchas veces nos parece aquello con lo que tenemos que tragar y cuesta digerir, besos y cartas sin respuesta, noches sin parar de bailar o los bailes taciturnos que nos disfrazan de restos de un barco a la deriva, sin ritmo, sin compás, sin pareja de baile, lo que nos va moldeando, nos da forma y hasta nos abrillanta y nos pule?

Por qué renegar de ello? Por qué no disfrutar de ello si, a mi parecer, eso es vivir?

Vivamos los cambios, el momento del cambio. Degustemos sabores amargos que nos harán aprender a distinguir todos y cada uno de los sabores que rumiaremos recordando, y podremos deleitarnos cuando nos llamen a las buenas mesas. Hay que estar preparado para saber que cubiertos nos ayudarán a desmenuzar bien cada plato, y quién sabe, quizá hasta nos dejen elegir el vino.

Puede que sólo sea una coincidencia, pero en esos banquetes el pan siempre está colocado estratégicamente al lado izquierdo del comensal. No es el plato fuerte, pero se ha visto ágape alguno sin él?

Anónimo dijo...

(Written June 22. 2007)

Mañana, ya, ahora... sólo son palabras. El tiempo es muy relativo. Mi tiempo es mío, tuyo, de quien quiera contarlo y a la velocidad a la que quiera contarlo.
Fíjate hasta qué punto el cambio de mañana me sucede ahora, que hablo del viaje a Uruguay en pasado y aún no ha sucedido. Creo que en el mismo instante en que tomo una decisión de cambio comienza a moverse la maquinaria que, renqueando y soltando rugidos, crujidos y resoplidos, pone en marcha toda esa sucesión de casualidades que algunos llaman destino. Cada día lo dibujo y redibujo, lo muevo por todas las esquinas de mi habitación para ver dónde me gusta más, para ver cómo me queda. Me miro en el espejo con él y con sus variaciones y, por algún motivo que no acabo de entender... siempre me queda bien. ¿Seré conformista? ¿Seré optimista crónica? ¿Seré idiota?