lunes, 14 de enero de 2008

lo que queda de Irene

Ya parece que rozo el suelo con la punta de los dedillos del pie... apoyar lo que se dice apoyar, aún no.
Ya nos han dado en esta divertida empresa pseudoanarquista el calendario del 2008.
Así, me dedico a echar cuentas de cómo colocar mis 11 días de vacaciones libres.
Cuando no, busco vuelos baratos para los puentes que ya están decididos.
O busco en mi interior si sería capaz de volver a sacrificar todas las vacaciones a lo largo del año para volver a escapar en diciembre. Aún no sé a dónde.
Busco cómo envolver de ocio el regalo del día a día, pero no estoy decidida.
Lo único que tengo claro es la compañía. En cualquiera de mis escapadas pienso llevarme la mejor compañera de viaje que conozco. Es la única persona que pase lo que pase, encuentra la solución, la manera de darle la vuelta a todo y al menos un motivo para soltar una amplia carcajada. Sólo me preocupa de ella que con el tiempo se me está volviendo pasota. Tanto evitar el conflicto con el mundo exterior... que a veces me evita hasta a mí. Sabe que no sé moverme por territorios neutros, que no domino la técnica de defenderme cuando me pisan, sin pisar al otro. No sé levantar sigilosa el yugo que me oprime. O callo y miro para otro lado con la silueta clavada en el suelo, o arranco de cuajo esa pierna y me baño con rabia en la sangre de mi opresor convertido en víctima. Soy un poco inestable. Y, harta de repetirme mil veces la misma monserga, creo que ha empezado a ignorarme. Lo único que estamos logrando es que, por no cagarla, yo calle de más. Igual se ha cansado de mí y ya no quiere ayudarme.
Llevamos días sin hablarnos. Igual sólo es eso. Que hemos estado las dos en nuestro mundo y se han generado inseguridades. Seguro que se aclararán cuando nos veamos y despachemos a gusto contra el mundo y contra nosotras mismas todas las absurdas conclusiones de estos días extraviados.
Me encanta convivir con mi extraña, pero a veces me da miedo que un día nos distanciemos porque no sabría pensar sin ella, sin sus frenos, sin sus jaleos, sin sus prisas y sus rodeos.
Si me perdiera a mí misma, ¿quién sería yo?
Lo que quedase de Irene, ¿no?

PD. Gracias TERESA por tu lírica aportación al título de mi post

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya actualizaremos algún dia.....
Anansi esta copando los rincones de tu blog, haz algo..

irenedxs dijo...

Jurpsi, Anansi me suena a Anasagasti, tía, no m'acojones! De quién rayos estamos hablando???