martes, 14 de octubre de 2008

con la carne de punta (y los pelos de gallina)


Pensé que el concierto de Héroes del Silencio sería una especie de hito, pero aún no sabía cuánto me gustaba Extremoduro. Cuánto hemos compartido.
Dos horas y media de emoción a flor de piel, de recuerdos encendidos y abrazos, mordiscos, empujones, alaridos y demás desvaríos. Me faltó Kela. Aún diría que me faltó Nacho, pero Nacho ya no existe y quizás debería empezar a pensarlo.
No era consciente de hasta qué punto han estado siempre allí, desde el principio y sin descanso. En lo bueno y en lo malo. Como un madrimoñio.
Cada nota, cada verso traía enredado un recuerdo que, travieso, se me agarraba de los pelos y me escalaba por las piernas clavándose entre mis cejas...
Y de repente acudieron todos a mi pecho en cascada, arrollando mi sentido del rídiculo e inundando mis ojos de lágrimas de alegría y orgullo. Alegría porque los recuerdos, cuanto más intensos son, más bellos; aunque sean tristes, porque están vivos. Orgullo porque eran tantos que mi cerebro hiperactivo no podía procesarlos, sólo dejarlos desfilar en desorden, haciendo remolinos por los rincones, observando su alocada danza llena de colores, olores, sabores y sinsabores. Orgullo porque llegué a pensar que si alguien me contara mi vida, la envidiaría. Y es mía.

Envidio eso sí, los versos lúcidos del Robe.

No me levanto ni me acuesto día, que malvado cien veces no haya sido (incluso los que nos son suyos toman nueva luz en su boca)

De pensar en ti, me desangro y riego tu jardín.

Voy a empaparme en gasolina una vez más, voy a rasparme a ver si prendo y recorrer de punta a punta la ciudad, quemando nuestros malos sueños.

Soy trozos de lluvia y de sol, siento que se me acaba el calor.
Busco entre tus piernas la fe y hundo mi sol mojado en tu piel.

Sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva y aleja las pesadillas dejando en un agujero unas flores amarillas pa acordarse de su pelo.

Me gustaría mucho más que te lavaras la cara sólo las mañanas que te diera la gana.

Las calles desbordadas de soledad, musitan su canción de asfalto y humedad.
La lluvia de gentes cesó a las doce y los escaparates, a oscuras, consumen la noche.

Y por si todo esto hubiera sido poco, después de seis años de sequía (yo creo que han estado reconstruyendo al Robe porque está que se sale), reinventan el rock y nos regalan La Ley Innata (descargar aquí). No puedo parar de escucharlo. Sus melodías arrastran mis emociones con una sencillez intangible, sus versos disparan puntas de flecha que, certeras, atraviesan mi corazón y mis pulmones y me inundan el estómago de sangre hirviendo. Me gustan tanto que duele.

Suena "Segundo movimiento - Lo de Fuera". Momentazo en el concierto, debe ser emocionante saber que tu disco lleva un mes en la calle y tantas personas lo saben ya de memoria.

Se me cae la casa desde que se marchó.
Ahora ya sólo espero el derribo y es que perdí la pista del eje del salón.
Estoy continuamente torcido y ahora sólo pienso en ella.

Buscando mi destino, viviendo en diferido, sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido quisiera hablar contigo y así sintonizar.

Sueño que empieza otra canción.
Vivo en el eco de su voz, entretenido, sigo la estela de su olor que me susurra: vámonos. Vente conmigo!


Post data: Se llama Teski. Es el tercer ratón en unos meses. Él ha conseguido que deje de ser una señora histérica y me ponga de la suficiente mala hostia como para exigir a la inútil de mi gata que lo arrinconara hasta que yo, con guantes por dios, lo he aferrado de la cola y lo he metido en un bote de salsa de tomate. Vacío. Obvio. Luego cuelgo la foto. Ahora lo tengo sobre mi mesa del curro, dentro del bote, acompañado de un trocín de queso, y tapado por una bolsa para no desconcentrar a mis compis. A ver quién tiene ahora güebos en mi comunidad de negarse a la fumigación. Yo le suelto a Teski y a ver qué pasa... Llevo un cabreooo!

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