lunes, 8 de marzo de 2010

me estoy volviendo antisistema

Llueve y llueve sin parar. Gota tras gota, lágrimas derramadas por los muros de la ciudad que arrastran en trágica marea la pintura que intentaba ocultar sus cicatrices infinitas, como el mar, mi mundo se extiende hacia el horizonte y regresa sin recordar haber mojado estas arenas mucho antes de llegar... me entra hasta la melancolía moñas con este tiempo de perros.
"Dejarse llevar suena demasiado bien"... dice Vetusta Morla en Copenhage.
Pues yo estoy un poco en ello. Últimamente regresan las dudas y los miedos con fuerzas renovadas, pero parecen nuevos y desconocidos. No sé si porque el invierno se me está haciendo largo, porque el paro me empieza a pesar en la conciencia o porque temo reconocer con entereza que me da pereza volver a trabajar, que me da pereza volver a buscar(me), que me da pereza sumar nuevas luchas a mi lista de tareas por hacer. No sé el porqué, todavía. Intuyo que hay mucho de miedo en esta nueva sensación que atenaza mi estómago en los ratos libres.
Mañana serán todos.
Por ahora me voy dejando llevar a ver si se me ocurre algo por el camino.
Supongo que hasta ahora el curso del Inaem rellenaba el hueco por el que se constipaba mi conciencia; vuelven las miasmas reforzadas a enfermar mi espíritu libre y convencerme de que tengo que hacer exactamente lo que marca la sociedad. Y estoy tan poco convencida de todo que me da miedo empezar a convencerme de todo lo contrario.
Todo empezó con Zeitgeist y vaporosas conversaciones en torno a la injusticia y la esperanza. Y al final va a resultar que me voy a convertir en una auténtica antisistema. Vaya con la Ley del Péndulo...

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