martes, 11 de marzo de 2008

mi tía Isabel

No hay palabras para expresar todo lo que ella era.
Ayer se dijeron cosas preciosas sobre ella. En cada letra del diccionario, hay una palabra que la define pero que se queda corta para abarcarla en toda su amplitud.
Amor, bondad, cariño, "chufabea", decidida, ESPECIAL, franqueza, generosidad, humildad, integridad, justicia, kilómetros, libros, mujer, niñera, orgullo, pedagogía, quimérica, rebeldía, serenidad, tía, única, viajera, Westfalia, x, y, z: como las coordenadas de un mapamundi tridimensional que me regaló hace años y me descubrió que el mundo no era como yo me pensaba. Tantas veces me descubrió el mundo. A tantas personas.
Hoy sólo puedo alegrarme de una cosa, con su mano en la mía, hice acopio de todas mis fuerzas y logré decirle, por fin: eres una mujer muy especial. No pude volver a hablar con ella.
Tía, perdóname por mi miserable cobardía emocional, por no haberte dicho tantas veces como merecías, todo lo que significabas para mí... nunca asumí que el tiempo para decírtelo era limitado. Espero haber aprendido una lección de vida y no tener que arrepentirme jamás de no compartir mi felicidad con quien me la regala. Le dije a tu madre, entre lágrimas, todo lo que debí decirte a ti, pero al menos la llené de orgullo por haber criado a una mujer tan excepcional. Cuidaré de mi abuela, ahora que no estás tú para hacerlo.
Isabel, qué ejemplo de integridad humana. Murió como vivió, pendiente de nosotros antes que de sí misma. Nunca se irá del todo, vivirá en nuestros corazones para siempre.
Te voy a echar de menos el resto de mi vida.

Aprovechando el jardín de la casa de Ansó, que tanto le gustaba, charlando durante horas.

En el bautizo de su "sobrino-nieto" Jorge. Siempre pendiente de nosotros. Nunca olvidaré las visitas a su casa de Alcañiz. Qué felices nos hacía. Y nosotros a ella...



No le gustaban nada las fotos, las huía con maestría, pero siempre me las apañaba para robarle alguna.

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